domingo, 18 de septiembre de 2011

EL MAGNO EVENTO.

"[...] yo, por mi parte, me figuro que casi en cualquier otra nación de este triste Occidente que no sea la nuestra, ante tan desmesurado exceso de fastos, de ritos, de ceremonias, de procesiones, de desfiles de "deprimentes y falleras efigies, que para muchos no son más que tótems", como dice Javier Marías, la población podría haber pensado que la Iglesia estaba haciendo el ridículo ante el mundo, e incluso haber pasado vergüenza los creyentes por el total desmadre de la vida alegre de su Santa Madre sin un solo segundo para mirar a sus hijos, a quienes se proclama consagrada. A ella nada parecen importarle ni los fieles ni Dios mismo, sino tan solo su propia pervivencia."

Rafael Sánchez Ferlosio, El País, 18 de septiembre de 2011.

sábado, 17 de septiembre de 2011

LOS MUERTOS.

"Su alma se desvaneció lentamente al escuchar el dulce descenso de la nieve a través del universo, su dulce caída, como el descenso de la última postrimería, sobre todos los vivos y los muertos".

James Joyce, Dublineses, Alianza Editorial, 2011. (Traducción de Eduardo Chamorro).

viernes, 2 de septiembre de 2011

LEER BIEN...

"Leer bien, es decir, leer verdaderos libros con un espíritu verdadero, es un noble ejercicio, y ocupará al lector más que cualquier ejercicio estimado por las costumbres del día. Requiere un entrenamiento como el de los atletas, la firme intención de casi toda una vida con este objetivo. Los libros deben ser leídos tan deliberada y reservadamente como fueron escritos."


Henry David Thoreau.

jueves, 1 de septiembre de 2011

VIDA DE ARTISTA (II).

El éxito suele ir acompañado primero de ansiedad, después llegan el insomnio, las pastillas, las drogas y finalmente la atracción del abismo.

EN LA CALLE MORGUE.

"Nuestro aislamiento era perfecto. No admitíamos visitantes [...]. Sólo vivíamos para nosotros.
[...] A las primeras luces del alba, cerrábamos las pesadas persianas de nuestra vieja casa y encendíamos un par de bujías que, fuertemente perfumadas, sólo lanzaban débiles y mortecinos rayos. Con ayuda de ellas ocupábamos nuestros espíritus en soñar, leyendo, escribiendo o conversando, hasta que el reloj nos advertía la llegada de la verdadera oscuridad."


Edgar Allan Poe (1809-1849).