sábado, 26 de noviembre de 2011

¿SABE ALGUIEN AHORA...?

"Compartí una anécdota con Rafael Sánchez Ferlosio cuando fuimos juntos a Barcelona para ver a José Manuel Lara, que todavía era un pequeño editor, pero ya influyente, aunque con la carga propia de su ideología. Fuimos a verle, Ferlosio con una novela que se llamaba El pensamiento y que nunca publicó, una novela muy bonita, muy kafkiana, y yo con Duelo en el paraíso (1955), sobre el tema de los niños durante la Guerra Civil. Lara nos recibió a los dos el mismo día, pero en horas distintas, y a mí me dijo esta frase memorable [imita el acento andaluz del editor]: “Loh niñoh, loh niñoh no zon comercialeh”. Con Ferlosio fue mejor, le dijo: “Uztéh ezcribe bien, pero que mu bien, hazta que demaziado bien”, y añadió: “Uzteh, que va a Italia, por qué no me ezcribe una novela de un muchacho ezpañol que conoce una novia italiana, el amor entre loh doh y todo ezo. Porque uztéh, con zu eztilo, uztéh me llegaría a zer un Pombo Angulo”. Cuando nos lo contamos el uno al otro, nos reímos lo nuestro. Un Pombo Angulo, ¡qué ocurrencia! ¿Sabe alguien ahora quién era el tal Pombo Angulo?"

Juan Goytisolo, Público, 30 de noviembre de 2008.

viernes, 18 de noviembre de 2011

DISCURSO DE CARACAS.

"¿Entonces qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso."

Roberto Bolaño.

viernes, 4 de noviembre de 2011

AUTO-ORGANIZACIÓN EN FASE DE DESEQUILIBRIO.

"Prácticamente todos los días -durante cerca de dos años- inhalé cocaína bastante pura, en cantidades muy rara vez superiores al medio gramo. La dosis cotidiana habitual -distribuida en cinco o siete tomas- venía a ser unos 250 miligramos. No observé insensibilidad a los efectos estimulantes, y el fármaco me resultó útil durante algunos meses para trabajos arduos del momento, como editar los Principios de Isaac Newton. Noté, en cambio, una propensión -no muy marcada- al insomnio y la irritabilidad. Sin embargo, al reconvertir el uso crónico en ocasional descubrí que: a) había olvidado el efecto eufórico posible de la droga, hasta el extremo de confundirlo con sensaciones bastante menos sutiles e intensas; b) me dejaba llevar por estímulos ridículos o incompatibles con mi propia idea del mundo, generalmente ligados a un complejo de autoimportancia. En otras palabras, la cronicidad debilitó ante todo el sentido crítico, la lucidez."

Antonio Escohotado.