lunes, 29 de diciembre de 2008

LA PUTA DE BABILONIA.

"La puta, la gran puta, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el Índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó a Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de indulgencias; la que inventó a Cristo loco el rabioso y a Pedro el estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calum-niadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antise-mita, la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traido-ra, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida; la travestida, la mamarracha, la maricona; la autocrática, la despótica, la tiránica; la católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno; la solapadora de Mussolini y de Hitler; la ramera de las rameras, la meretriz de las meretri-ces, la puta de Babilonia, la impune bimilenaria [...]"

Fernando Vallejo.

sábado, 27 de diciembre de 2008

FRANZ KAFKA: LA LIBERTAD DEL ESCARABAJO.

"La marioneta se mueve siempre mediante el impulso de un ser que se halla detrás de las bambalinas. La sonrisa siniestra y las extremidades articuladas de estos muñecos son, tal vez, la expresión de ese otro yo que cada uno lleva dentro. Praga es la patria del robot, una palabra que en checo significa esclavo. No se puede entender a Kafka sin ese laberinto de Praga donde permanece todavía la memoria inquietante de astrólogos, robots, muñecas de porcelana, quiromantes y vampiros hibernados, el Golem, androide de barro con poderes ocultos creado por el rabino Löw en la Edad Media que duerme entre las vigas de la vieja sinagoga de Pinkas, una conjunción de fuerzas negras en busca el oro filosófico torturado por los alquimistas. El subsuelo espiritual de Praga alimenta todos los terrores y maleficios que desconocíamos hasta que Kafka les dio un nombre. Esta atmósfera cargada puede aplastarte hasta transformarte en un escarabajo.

El gueto de Praga fue demolido a finales del siglo XIX y aunque Kafka ya no vivió en él, su hedor humano le penetró el subconsciente. Kafka lo expresó así: "En nosotros siguen vivos los oscuros rincones, los pasajes misteriosos, las ventanas cegadas, los patios sucios, las ruidosas tabernas, y las posadas cerradas con llave. Recorremos las anchas calles de la ciudad nueva, pero nuestros pasos y miradas son inseguros. La ciudad judía vieja e insalubre que hay en nosotros es mucho más real que la ciudad nueva e higiénica que nos rodea. Despiertos vamos atravesando un sueño: no somos más que fantasmas de tiempos pasados..."

En el viejo cementerio judío de Josefov el fuego fatuo es un grajo que levanta el vuelo entre las estelas mohosas hacia las espadañas crispadas de la iglesia de Nuestra Señora de Tyn en la plaza del Ayuntamiento. Alrededor de esta plaza se movió la existencia de Kafka. Muy cerca se halla la casa donde nació, en una esquina estaba la tienda de objetos de regalo de su padre, al pie de la columna de la Virgen se citaba con su amigo Max Brod. La familia de Kafka cambió de aposento al menos veinte veces a lo largo de la vida del escritor siempre en un círculo muy constreñido alrededor de la plaza Vieja. Todos han desaparecido. Es inútil buscar su rastro.

Franz Kafka había nacido aquí en 1883, hijo mayor del comerciante Hermann Kafka y de Julie Löwy. El padre descendía de un carnicero judío, pobre pero temido, de Osek; la madre procedía de una familia judeoalemana de Podebrady, respetable y acaudalada, fabricante de paños y de cerveza, en la que también había talmudistas, médicos, eruditos, conversos y solterones excéntricos. Kafka era de raza judía, pero no practicaba su religión; era checo pero no hablaba la lengua nacional. Fue educado en la dominante cultura y lengua alemana, la del enemigo interior. Era una forma de no ser de nadie, un extranjero en su propia patria. En la calle Celetná estaba el instituto donde estudió el bachillerato y después se licenció en Derecho en el Clementinum, sin vocación, obligado por el padre en cuya sombra ominosa descubrió el enigma de los tiranos.

En esta época Kafka ya escribía en secreto diarios y relatos con la misma obsesión con que los destruía. Era un joven alto, flaco, de tronco corto y de piernas largas, enamoradizo, asiduo de tabernas y burdeles. Aunque tenía un diseño de grajo con huesos muy puntiagudos, un poco siniestro, su espíritu tendía con furia hacia el placer, que su padre y la tuberculosis reprimieron tempranamente. Amaba los deportes, iba a nadar a la Escuela Civil de natación en el río Moldava y a remar en su propia barca bautizada con el nombre Bebedor de Almas. Muchas veces tomaba el tranvía hacia la última parada y se perdía en los bosques. Pasaba largos veraneos en los pueblos de origen de sus padres, en sanatorios naturistas, en balnearios, en ciudades del imperio, Berlín, Viena, Múnich, Budapest, y luego en París, en el lago Garda, en la costa danesa, en innumerables excursiones en las que le solía acompañar su amigo Max Brod y en cada lugar se las arreglaba para encontrar una amiga, una amante adicta a su tortura interior, que le ayudaba a sacudirse de encima el peso de Praga, con sus piedras carbonizadas. Kafka no amaba a su ciudad, por eso la penetró con su obra como a una ramera.

La estudiante Hedwig Weiler fue su primer amor de verano en Trest con la que se carteó durante algún tiempo. Con la berlinesa Felice Bauer estableció un noviazgo convulso lleno de misivas, dudas, rupturas y reencuentros. Luego entró en su vida la suiza Gerti Wasner, que en los diarios de Kafka aparece sólo con las iniciales. En enero de 1919 conoció a Julie Wohryzek en la pensión Stüdl y con la que se prometió unos meses después. Milena, casada con Ernest Pollak, ocupó durante este tiempo su cabeza y en sus brazos comenzaron los primeros vómitos de sangre. La actriz Dora Diamant llegó a continuación y con ella convivió los últimos meses de su vida. Con ninguna de sus amantes llegó a superar la neurosis del amor, la misma que sufría frente a la figura del padre, angustias y promesas rotas en el último momento, barreras que nunca pudo saltar.

Para algunos escritores bohemios y secretos como Kafka la noche era una frontera. Las veladas artísticas en casa de Berta Fanta adonde solía acudir Einstein cuando estaba de paso por la ciudad y los cafés literarios se habían constituidos en cátedras del pensamiento explosivo donde se predicaba la revolución o se ahondaba en la propia angustia personal. Kafka había sintetizado en su espíritu todas las contradicciones de las corrientes expresionistas de entreguerras, que irrumpían en la nocturnidad de Praga. En el Café Louvre tenía asiento reservado con sus amigos. Allí se hablaba de filosofía, sobre todo de Kant y Hegel; de física cuántica, de psicoanálisis, de nada. Al terminar la tertulia Kafka regresaba a casa, muy alta la noche, con bombín y traje negro pisando los adoquines mojados de la plaza Vieja o desde el castillo bajaba sobre la nieve por el oscuro Callejón del Oro, que arranca de la Torre de los Alquimistas sobre el foso de los Ciervos, sin salida, donde el enigmático emperador Rodolfo II despeñaba a sus enemigos. En el verano de 1916, después de unas vacaciones con su novia Felice en Marienbad, Kafka encontró un pequeño estudio en el número 22 de este callejón. Aquí se retiraba a escribir por las tardes, después del trabajo de abogado de Seguros, hasta altas horas de la madrugada. "Quizá hay otras maneras de escribir, pero yo no conozco más que una; de noche, cuando la angustia no me deja dormir". Luego volvía a la ciudad por la antigua escalinata del palacio.

Al final de todo cuanto sabemos de la biografía de Kafka, uno se pregunta qué significa la palabra Kafka. Significa saber que la única forma de escapar consiste en convertirte en un escarabajo para huir por la rendija debajo de la puerta antes de que venga tu padre a aplastarte; asumir que eres un individuo cuyo apellido es K nacido sólo para ser juzgado; aceptar previamente la condena y precipitarte en el río Moldava para ahogar la culpa; trabajar como un robot en una oficina de Seguros y soñar con lejanos países mahometanos; convertir toda la belleza de Praga en un maleficio; vomitar sangre, transformar el terror en un humor muy inquietante y destruir o quemar todos los papeles escritos, pero tener un amigo fiel, como Max Brod, dispuesto publicar tus cuadernos después de muerto, que serían en el futuro pasto interior de psicoanalistas.
Murió en el sanatorio Hoffmann, en Kierling, cerca de Viena, el 3 de junio de 1924, a los 41 años. Dora Diamant le cerró los ojos. Cuando al final de su enfermedad Kafka ya no podía soportar el dolor, le recordó a su amigo, el doctor Klopstock, la promesa que le había hecho de inyectarle una dosis mortal de morfina y como en el último momento el médico dudara, Kafka le dijo: "Mátame, si no, serás un asesino".

Manuel Vicent.

jueves, 25 de diciembre de 2008

25 DE DICIEMBRE.

A las que se muerden las uñas. A los que tienen cosquillas. A los que se orinan fuera. A los que se enamoran muchas veces en el mismo día. A los que se enamoran a tontas y a locas. A los que se enamoran de tontas y de locas. A las que tienen poco pecho y se preocupan. A las que tienen mucho y se preocupan más. A los que no tienen novia. A los que viven del cuento. A los que viven para contarlo. A los que dicen al oído cosas bonitas y de amor. A las que las escuchan. A los que no les sale barba. A los que no tienen amigos. A los que nadie les llama. A los que no creen en la literatura comprometida, en el cine con mensaje y en el buen corazón de las putas. A los que les gusta cenar fuera. A las que quedan por primera vez con un chico. A los que nunca van a clase. A los que siempre pierden las apuestas. A los que siempre pierden. A los que se levantan con mala cara. A las que no creen en el amor libre sino en el amor obligatorio. A los que siempre están pensando en lo mismo. A Lidia, que estudió Filología Hispánica. A Patricia. A Natalia. A los que nunca llevan paraguas. A los esquizofrénicos, oligofrénicos y cuadrofénicos en general. A los revolucionarios que tienen que estar pronto en casa. A Sara. A Carmen. A los que leen en el baño. A los que regalan flores. A los que tienen miedo. A las que duermen sin almohada. A los que siempre quieren tener razón. A los que nunca la tienen. A los que no creen. A los que miran los escotes a las chicas. A los que han leído a Proust y se enamoraron, para siempre y sin remedio, de Albertina.

lunes, 22 de diciembre de 2008

LOS SACRAMENTOS MEDIEVALES.

"Jesús ha prometido salvación a quien sea capaz de amarle de modo incondicional, y el Sermón de la Montaña identifica correctamente a ese tipo psicológico cuando empieza bendiciendo a «los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos». Desde su perspectiva la lucidez mundana sólo puede engendrar angustia, mientras el simple —también llamado «niño» e «inocente»— será redimido al tiempo de las complejidades unidas al más acá y los tormentos del más allá. Infelices y crédulos se han entrelazado de modo armónico en la figura del pecador, que obra como no quisiera debido al conflicto entre su alma y su carne, y desde san Pablo los mejores cristianos se reconocen como grandes pecadores.

En algún momento de los siglos oscuros la Iglesia descubre un refugium peccatorum más específico, e introduce el rito originalmente maniqueo de una confesión periódica. Cualquier clérigo puede oír las culpas del fiel, prescribir que cumpla cierta penitencia y absolverle en nombre de Dios y la Iglesia. Si el confesado falleciera de seguido, sin tiempo material para pecar, dispone de una certitudo salvationis que le asegura ir al Cielo o en el peor de los casos al Purgatorio, nunca al Infierno. El rito ocurría en los comienzos una sola vez al año —el Jueves Santo—, pero evoluciona de acto público y colectivo a ceremonia privada e individual, y en 800 es ya un autoanálisis supervisado, que soslaya las posibles indiscreciones del confesor arbitrando para él un voto solemne de secreto.

Primero ha sido un acto obligatorio indirectamente —porque comulgar sin haber confesado podría ser sacrilegio— y luego pasa a serlo directamente, porque se prohíbe no confesar al menos una vez al año. Este desnudamiento íntimo anticipa técnicas freudianas cuando la medicina hipocrática ha sido desplazada por distintas magias, y todo el medievo abunda en personas que gritan «¡confesión, confesión!» cuando sienten algún peligro. Evidentemente, estos fieles «prestan más atención al castigo que al pecado», y del hallazgo que la Iglesia ha hecho al borrar lo primero por medio de una penitencia derivan «otras remisiones e intercambios, presididos por las indulgencias plenas y semiplenas otorgadas con bulas». En definitiva, «la meta no es tato reconciliarse con Dios Padre sino escapar del Dios justiciero».

Hace falta esperar a mediados del siglo xii para que cátaros y otros herejes acusen al clero de «vender el perdón de los pecados», y sólo desde John Wyclif —a finales del siglo xiv— el confesionario es visto como algo que se compadece del simple condenándolo a más simpleza, y a una negligencia apoyada sobre absoluciones mecánicas. Otorgar al clero ese instrumento de de rescate in extremis, dirá Lutero, sólo puede conducir a que las personas sean menos exigentes consigo mismas, y menos dignas del perdón divino. Pero dentro de la misma religión, y en el mismo marco territorial, ha de transcurrir casi medio milenio para que se consolide un cambio de criterio. Lógicamente, la fe que toma partido por el crédulo, y que propone salvarse amando todo salvo el «mundo», rodea de peligros adicionales la independencia y la búsqueda de conocimiento."
Antonio Escohotado.

domingo, 21 de diciembre de 2008

ALBERT CAMUS A SU PROFESOR.

"París, 19 de noviembre de 1957.

Querido señor Germain:

Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo.

Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Lo abrazo con todas mis fuerzas.

Albert Camus."

(Esta carta se la escribió a su maestro de escuela cuando recibió el premio Nobel de Literatura.)

ÍTACA.

Cuando partas hacia Itaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.
A Lestrigones, Cíclopes
y furioso Poseidón no temas,
en tu camino no los encontrarás
mientras en alto mantengas tu pensamiento,
mientras una extraña sensación
invada tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes
y fiero Poseidón no encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si no es tu alma que ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, -tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.
Lleva a Itaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
No apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando a ella llegues,
rico con lo que has ganado en el camino
sin esperar que Itaca te recompense.

A Itaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si pobre la encuentras, Itaca no te engañó.
Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,
comprendes qué significan las Itacas.

Constantino Cavafis (1863-1933)

miércoles, 17 de diciembre de 2008

EL VINO.

"El vino tiene gran poder, y es cosa que obra contra toda bondad, pues él hace a los hombres desconocer a Dios y a sí mismos, y descubrir los secretos y olvidar los juicios, y mudar y cambiar los pleitos, y sacarlos de justicia y de derecho; y aun sin todo esto enflaquece al hombre el cuerpo, y mengua el seso, y hácele caer en muchas enfermedades, y morir más pronto que debería."

Las siete Partidas.


"[...] el vino y las mujeres, cuando mucho lo usan, hacen a los sabios renegar de Dios."

Eclesiastés, 19, 2.

domingo, 14 de diciembre de 2008

NO VOLVERÉ A SER JOVEN.

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma.

LIBRO DE LOS ESTADOS.

"[...] si acaesçiere que alguna noche non puede dormir luego quando se echa en la cama. o después que a dormido una piesça et despierta et non puede dormir, deve cuidar en las cosas que deve facer para [a]provechamiento et salvamiento de su alma, et acreçentamiento de su onra et de su pro et de su estado. Et porque la memoria de los omnes es muchas vezes olvidadiza, deve tener en la cámara do durmiere con que pueda fazer remenbrança de las cosas que cuidó, et otro día dévelas mandar conplir, segund entendiere que más le cunple. Et desque esto oviere fecho, si non pudiere dormir, deve mandar que leyan ante él algunas buenas estorias, de que tome buenos exemplos."

Don Juan Manuel (1282-1348)

lunes, 8 de diciembre de 2008

CASIDA DE LA ALTA MADRUGADA.

Cuando te acuerdes de mi cuerpo
y no puedas dormir
y te levantes medio desnuda
y camines a tientas por tus habitaciones
borracha de estupor y de rabia

en algún lugar de la Tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
careciendo de ti toda la noche
oyéndote ulular muy lejos y escribiendo
estos versos degenerados.

Félix Grande.

OXÍGENO.

No tengo miedo, pero a veces me asusta pensar que estoy a punto de saber quién soy.

Además, llovió toda la noche y me empapé los zapatos.

Quise leer y no pude.

sábado, 6 de diciembre de 2008

GEOMETRÍAS.

Lenguajes exactísimos
sombras de sombras
esconden cuanto nombran.

jueves, 4 de diciembre de 2008

MI COCINA LITERARIA.

"Mi cocina literaria es, a menudo, una pieza vacía en donde ni siquiera hay ventanas. A mí me gustaría, por supuesto, que hubiera algo, una lámpara, algunos libros, un ligero aroma de valentía, pero la verdad es que no hay nada. A veces, sin embargo, cuando soy víctima de irrefrenables ataques de optimismo (que finalizan, por otra parte, en alergias espantosas) mi cocina literaria se transforma en un castillo medieval (con cocina) o en un departamento en Nueva York (con cocina y vistas de privilegio) o en una ruca en los faldeos cordilleranos (sin cocina, pero con una fogata). Metido en estos trances generalmente hago lo que hace toda la gente: pierdo el equilibrio y pienso que soy inmortal. No quiero decir inmortal literariamente hablando, pues esto sólo lo puede pensar un imbécil y a tanto no llego, sino literalmente inmortal, como los perros y los niños y los buenos ciudadanos que aún no se han enfermado. Por suerte, o por desgracia, todo ataque de optimismo tiene un principio y un final. Si no tuviera final, el ataque de optimismo se convertiría en vocación política. O en mensaje religioso. Y de ahí a sepultar libros (prefiero no decir "quemarlos" porque sería exagerar) hay un solo paso. Lo cierto es que, al menos en mi caso, los ataques de optimismo se acaban, y con ellos se acaba la cocina literaria, se desvanece en el aire la cocina literaria, y sólo quedo yo, convaleciente, y un ligerísimo aroma de ollas sucias, platos mal rebañados, salsas podridas. La cocina literaria, me digo a veces, es una cuestión de gusto, es decir es un campo en donde la memoria y la ética (o la moral, si se me permite usar esta palabra) juegan un juego cuyas reglas desconozco. El talento y la excelencia contemplan, absortas, el juego, pero no participan. La audacia y el valor sí participan, pero sólo en momentos puntuales, lo que equivale a decir que no participan en exceso. El sufrimiento participa, el dolor participa, la muerte participa, pero con la condición de que jueguen riéndose. Digamos, como un detalle inexcusable de cortesía. Mucho más importante que la cocina literaria es la biblioteca literaria (valga la redundancia). Una biblioteca es mucho más cómoda que una cocina. Una biblioteca se asemeja a una iglesia mientras que una cocina cada día se asemeja más a una morgue. Leer, lo dijo Gil de Biedma, es más natural que escribir. Yo añadiría, pese a la redundancia, que también es mucho más sano, digan lo que digan los oftalmólogos. De hecho, la literatura es una larga lucha de redundancia en redundancia, hasta la redundancia final. Si tuviera que escoger una cocina literaria para instalarme allí durante una semana, escogería la de una escritora, con la salvedad de que esa escritora no fuera chilena. Viviría muy a gusto en la cocina de Silvina Ocampo, en la de Alejandra Pizarnik, en la de la novelista y poeta mexicana Carmen Boullosa, en la de Simone de Beauvoir. Entre otras razones, porque son cocinas que están más limpias. Algunas noches sueño con mi cocina literaria. Es enorme, como tres estadios de fútbol, con techos abovedados y mesas interminables en donde se amontonan todos los seres vivos de la tierra, los extinguidos y los que dentro de no mucho se extinguirán, iluminada de forma heterodoxa, en algunas zonas con reflectores antiaéreos y en otras con teas, y por supuesto no faltan zonas oscuras en donde solamente se vislumbran sombras anhelantes o amenazantes, y grandes pantallas en las cuales se observan, con el rabillo del ojo, películas mudas o exposiciones de fotos, y en el sueño, o en la pesadilla, yo me paseo por mi cocina literaria y a veces enciendo un fogón y me preparo un huevo frito, incluso a veces una tostada. Y después me despierto con una enorme sensación de cansancio. No sé lo que se debe hacer en una cocina literaria, pero sí sé lo que no se debe hacer. No se debe plagiar. El plagiario merece que lo cuelguen en la plaza pública. Esto lo dijo Swift, y Swift, como todos sabemos, tenía más razón que un santo. Así que este punto queda claro: no se debe plagiar, a menos que desees que te cuelguen de la plaza pública. Aunque a los plagiarios, hoy en día, no los cuelgan. Por el contrario, reciben becas, premios, cargos públicos, y, en el mejor de los casos, se convierten en best-sellers y líderes de opinión. Qué término más extraño y feo: líder de opinión. Supongo que significará lo mismo que pastor de rebaño, o guía espiritual de los esclavos, o poeta nacional, o padre de la patria, o madre de la patria, o tío político de la patria. En mi cocina literaria ideal vive un guerrero, al que algunas voces (voces sin cuerpo ni sombra) llaman escritor. Este guerrero está siempre luchando. Sabe que al final, haga lo que haga, será derrotado. Sin embargo recorre la cocina literaria, que es de cemento, y se enfrenta a su oponente sin dar ni pedir cuartel."

Roberto Bolaño (1953-2003)

viernes, 28 de noviembre de 2008

AMARLA ES DIFICIL.

Es buena, cuando duerme;
el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio
que remonta los sueños.

Cuando calla, es buena
y su voz una premonición olvidada y peligrosa
que arruina el silencio.

Cuando grita o llora
o se lamenta o se divierte o se cansa,
nada puede contener
este dolor alegre que envenena
mis sueños y mi soledad.
Por eso es difícil pensar
en ella, en su cara bondadosa;
abandonarse; por eso
es una cobardía retenerla
y dejarla ir, una pavorosa crueldad.
A veces, cuando lo pienso,
no sé qué hacer con ella,
con este destino luminoso.

Francisco Urondo (1930-1976)

jueves, 27 de noviembre de 2008

LOS OJOS.

"En algún papel leí, hace años, que el infierno estaba minuciosamente conformado por los ojos ocupados en mirarnos. La frase, entonces, no era de Borges ni de Sábato ni de Sartre ni mía. En cuanto a mí, hace años que aprendí el arte de afeitarme al tacto, para evitar la opinión del espejo, para acudir al trabajo sin el peso de otra depresión. Es que mi imagen – ustedes me lo muestran – avanza, desde hace tiempo, separada de mí. Mientras yo permanezco adolescente, calmo, interesado en lo que importa, bondadoso y humilde por indiferencia y por la asombrosa seguridad de que no hay respuestas, ella, mi cara, ha envejecido, se ha puesto amarga y tal vez esté contando o invente historias que no son mías sino de ella."

Juan Carlos Onetti.

DECISIONES.

"Salir de un estado de decaimiento debe ser cosa fácil, aunque se logre a fuerza de voluntad.
De modo que me arranco del sillón; camino alrededor de la mesa: meneo la cabeza y extiendo el cuello; miro con ojos de fuego y no dejo músculo del rostro sin funcionar.
Contrarío mis más caros sentimientos: recibo con entusiasmo a A, y soportaría alegremente a B, si ahora mismo me visitara en mi habitación; y si se tratara de C, me tragaría todo lo que dijera, a pesar del cansancio y del dolor.
Pero aun actuando así, la menor falla arruinaría todo, y tendría que empezar de nuevo.De modo que lo mejor que puedo hacer es soportarlo todo con serenidad; comportarme como un peso inerte, y no dar un paso innecesario por mucho que me sienta apartado.
Mirar a los demás con mirada animal; no sentir remordimientos; en resumen, sumergir la vida fantasmal que aún subsiste, darle el mayor paso posible a la calma de los sepulcros y terminar con todo.
Un movimiento característico de semejante estado de ánimo consiste en recorrerse las cejas con el dedo meñique."

Franz Kafka.

LA IGLESIA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA.

La tragedia de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura de Franco se ha convertido en las últimas semanas en el eje de un debate social, político y judicial. Con ese recuerdo, ha revivido de nuevo ante nosotros el pasado más oculto y reprimido. Algunos se enteran ahora con estupor de acontecimientos que los historiadores ya habían documentado. Otros, casi siempre los que menos saben o a los que más incomodidad les produce esos relatos, dicen estar cansados de tanta historia y memoria de guerra y dictadura. Es un pasado que vuelve con diferentes significados, lo actualizan los herederos de las víctimas y de sus verdugos. Y como opinar es libre y la ignorancia no ocupa lugar, muchos han acudido a las deformaciones para hacer frente a la barbarie que se despliega ante sus ojos.

La jerarquía loa a sus mártires y exige que se olvide a los que fueron asesinados con su bendición
En realidad, por mucho que se quiera culpabilizar a la República o repartir crueldades de la Guerra Civil, el conflicto entre las diferentes memorias, representaciones y olvidos no viene de ahí, de los violentos años treinta, un mito explicativo que puede desmontarse, sino de la trivialización que se hace de la dictadura de Franco, uno de los regímenes más criminales y a la vez más bendecidos que ha conocido la historia del siglo XX.

Lo que hizo la Iglesia católica en ese pasado y lo que dice sobre él en el presente refleja perfectamente esa tensión entre la historia y el falseamiento de los hechos. "La sangre de los mártires es el mejor antídoto contra la anemia de la fe", declaró hace apenas un mes Juan Antonio Martínez Camino, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, en el fragor del debate sobre las diligencias abiertas por el juez Garzón acerca de la represión franquista. "A veces es necesario saber olvidar", afirma ahora Antonio María Rouco. Es decir, a la Iglesia católica le gusta recordar lo mucho que perdió y sufrió durante la República y la Guerra Civil, pero si se trata de informar e investigar sobre los otros muertos, sobre la otra violencia, aquella que el clero no dudó en bendecir y legitimar, entonces se están abriendo "viejas heridas" y ya se sabe quiénes son los responsables.

Franco y la Iglesia ganaron juntos la guerra y juntos gestionaron la paz, una paz a su gusto, con las fuerzas represivas del Estado dando fuerte a los cautivos y desarmados rojos, mientras los obispos y clérigos supervisaban los valores morales y educaban a las masas en los principios del dogma católico. Hubo en esos largos años tragedia y comedia. La tragedia de decenas de miles de españoles fusilados, presos, humillados. Y la comedia del clero paseando a Franco bajo palio y dejando para la posteridad un rosario interminable de loas y adhesiones incondicionales a su dictadura.

Lo que hemos documentado varios historiadores en los últimos años va más allá del análisis del intercambio de favores y beneficios entre la Iglesia y la dictadura de Franco y prueba la implicación de la Iglesia católica -jerarquía, clero y católicos de a pie- en la violencia de los vencedores sobre los vencidos. Ahí estuvieron siempre en primera línea, en los años más duros y sangrientos, hasta que las cosas comenzaron a cambiar en la década de los sesenta, para proporcionar el cuerpo doctrinal y legitimador a la masacre, para ayudar a la gente a llevar mejor las penas, para controlar la educación, para perpetuar la miseria de todos esos pobres rojos y ateos que se habían atrevido a desafiar el orden social y abandonar la religión.

La maquinaria legal represiva franquista, activada con la Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939 y la Causa General de abril de 1940, convirtió a los curas en investigadores del pasado ideológico y político de los ciudadanos, en colaboradores del aparato judicial. Con sus informes, aprobaron el exterminio legal organizado por los vencedores en la posguerra y se involucraron hasta la médula en la red de sentimientos de venganza, envidias, odios y enemistades que envolvían la vida cotidiana de la sociedad española.

La Iglesia no quiso saber nada de las palizas, tortura y muerte en las cárceles franquistas. Los capellanes de prisiones, un cuerpo que había sido disuelto por la República y reestablecido por Franco, impusieron la moral católica, obediencia y sumisión a los condenados a muerte o a largos años de reclusión. Fueron poderosos dentro y fuera de las cárceles. El poder que les daba la ley, la sotana y la capacidad de decidir, con criterios religiosos, quiénes debían purgar sus pecados y vivir de rodillas.

Todas esas historias, las de los asesinados y desaparecidos, las de las mujeres presas, las de sus niños arrebatados antes de ser fusiladas, robados o ingresados bajo tutela en centros de asistencia y escuelas religiosas, reaparecen ahora con los autos del juez Garzón, después de haber sido descubiertas e investigadas desde hace años por historiadores y periodistas. Quienes las sufrieron merecen una reparación y la sociedad democrática española debe enfrentarse a ese pasado, como han hecho en otros países. La Iglesia podría ponerse al frente de esa exigencia de reparación y de justicia retributiva. Si no, las voces del pasado siempre le recordarán su papel de verdugo. Aunque ella sólo quiera recordar a sus mártires.

Julián Casanova.

martes, 25 de noviembre de 2008

LA MÁQUINA DEL TIEMPO.

La memoria, dice Walter Benjamin, no puede fijar el flujo del tiempo mi abarcar la infinita dimensión del espacio: se limita a crear cuadros escénicos, enterrar momentos privilegiados, disponer recuerdos e imágenes en una ordenación sintáctica que palabra a palabra configurará un libro. La infranqueable distancia del hecho a lo escrito, las leyes y exigencias del texto narrativo transmutarán insidiosamente fidelidad a lo real en ejercicio artístico, propósito de sinceridad en virtuosismo, rigor moral en estética. Ninguna posibilidad de escapar al dilema: reconstruir el pasado será siempre una forma segura de traicionarlo en cuanto se le dota de posterior coherencia, se le amaña en cansada continuidad argumental. Dejar la pluma e interrumpir el relato para menguar prudentemente los daños: el silencio, y sólo el silencio, mantendrá intacta una pura y estéril ilusión de verdad.

LA LITERATURA NO SALVA A NADIE.

Casi no salgo de esta habitación. Llevo una vida monacal y completamente nocturna. Escribo y leo cuando todos duermen. Me acuesto a descansar a media mañana.

domingo, 23 de noviembre de 2008

LAS LABORES PROPIAS DE MI SEXO.

"-Yo también adoraba las peceras –dijo rememorativamente Gregorovius -. Les perdí todo afecto cuando me inicié en las labores propias de mi sexo. En Dubrovnik, un prostíbulo al que me llevó un marino danés que en ese entonces era el amante de mi madre la de Odessa. A los pies de la cama había un acuario maravilloso , y la cama también tenía algo de acuario con su colcha celeste un poco irisada, que la gorda pelirroja apartó cuidadosamente antes de atraparme como a un conejo por las orejas. No se puede el miedo, Lucía, el terror de todo aquello. Estábamos tendidos de espaldas, uno al lado del otro, y ella me acariciaba maquinalmente, yo tenía frío y ella me hablaba de cualquier cosa, de la pelea que acababa de ocurrir en el bar , de las tormentas de marzo... Los peces pasaban y pasaban, había uno, negro, un pez enorme, mucho más grande que los otros. Pasaba y pasaba como su mano por mis piernas, subiendo, bajando... Entonces hacer el amor era eso, un pez negro pasando y pasando obstinadamente. Una imagen como cualquier otra, bastante cierta por lo demás. La repetición al infinito de un ansia de fuga, de atravesar el cristal y entrar en otra cosa.

-Quién sabe –dijo la Maga-.A mí me parece que los peces ya no quieren salir de la pecera, casi nunca tocan el vidrio con la nariz.
Gregorovius pensó que en alguna parte Chestov había hablado de peceras con un tabique móvil que en un momento dado podía sacarse sin que el pez habituado al compartimiento se decidiera jamás a pasar al otro lado. Llegar hasta un punto del agua, girar, volverse, sin saber que ya no hay obstáculo, que bastaría seguir avanzando...

-Pero el amor también podría ser eso –dijo Gregorovius -. Qué maravilla estar admirando a los peces en su pecera y de golpe verlos pasar al aire libre, irse como palomas. Una esperanza idiota, claro. Todos retrocedemos por miedo de frotarnos la nariz con algo desagradable [...]"

Julio Cortázar.

jueves, 20 de noviembre de 2008

GLENN GOULD.

"Lo que ocurre entre mi mano izquierda y mi mano derecha es un asunto privado que no le importa a nadie". Así zanjaba Glenn Gould en 1974 la pregunta del periodista Jonathan Cott sobre la célebre postura que adoptaba frente al piano. Flexionado como un feto en el útero materno, Gould (Toronto, 1932-1982) se sentaba sobre una silla de madera paticorta (construida para él por su padre) que dejaba su nariz a ras del teclado.
Encorvado, siempre ensimismado, canturreando, el pianista canadiense rompió con su excéntrica personalidad las leyes que hasta entonces marcaban la pauta estética -y escénica- de los concertistas. Subía al escenario con el frac arrugado bajo una -o varias- bufandas, abrigo y mitones. Dejaba sus manos a remojo durante veinte minutos antes de tocar y siempre evitaba el contacto físico (a lo Howard Hughes) con extraños. Huía de la fama, de su público, y sólo encontró respiro en las herméticas salas de grabación.

Pero sus salidas de tono, su adicción a las pastillas y su patológica fobia a lo extraño sólo son parte del culto a la personalidad de uno de los pianistas más intensos y brillantes de la historia, un hombre escurridizo y errático, que plantó cara a las tradiciones y cuya versión de Las variaciones Goldberg de Bach (más allá de ser la pieza predilecta de los banquetes de casquería del caníbal Hannibal Lecter) es un hito del siglo XX.

Dos nuevos libros -la biografía Vida y arte de Glenn Gould, escrita por Kevin Bazzana y publicada por Turner, y Conversaciones con Glenn Gloud, de Jonathan Cott, editado por Global Rythm dentro de su colección PoliRitmos, en la que está previsto publicar el próximo otoño la correspondencia del pianista- indagan en la compleja personalidad de Gould. Su muerte prematura, a los 50 años, y su repentina retirada de los escenarios, a los 34, contribuyeron notablemente a agrandar su leyenda. Sobre su retirada, él explicó que tenía que ver con su negativa a entrar en el espíritu competitivo que esconde todo virtuosismo exhibicionista.

Un derrame cerebral, provocado por una infección mal atendida, causó su imprevista muerte días después de su cumpleaños. Los médicos no se alertaron: Gould llevaba años con dolores de cabeza, resfriados y males menores para los que se automedicaba de manera compulsiva. Ya entonces la figura de Gould estaba rodeada de leyendas y desconcierto. Su psiquiatra, Peter Ostwald, explicó que su personalidad, aunque no se podía catalogar, tenía muchos elementos del síndrome de Asperger, una variante del autismo en la que confluyen una sensibilidad extraodinaria para los estímulos sensoriales con actitudes obsesivas en la rutina y una fobia acusada a todo acto social.

Jonathan Cott (autor de la biografía de Bob Dylan On the sea of memory) habló con Gould durante varias ocasiones a lo largo de 1974. Gould tenía entonces 42 años y vivía retirado de la vida pública, sumergido en sus grabaciones de estudio. Todas las conversaciones con Cott se mantuvieron por teléfono (aparato que Gould adoraba) y en ellas se trasluce la erudición del músico, sus manías y sus gustos. "Duermo con la radio puesta. De hecho, desde que dejé el Nembutal soy incapaz de dormir sin la radio", le confiesa en un momento al entrevistador para luego explicarle que no entiende a la gente a la que le molestan los ruidos de fondo: "La radio me permitió superar un bloqueo mental con el Opus 109, de Beethoven. Me resulta imposible entender a la gente a la que le molestan los hilos musicales. Yo me pasaría la vida subiendo y bajando en un ascensor. Por sosa que sea, no me molesta. No discrimino". Escuchando la radio, Gould descubrió a Petula Clark y a los Beatles. Adoraba a la cantante del sur de Inglaterra y le horrorizaba el cuarteto de Liverpool.

Según Kevin Bazzana la leyenda de Gould está llena de exageraciones. Su negativa a estrechar la mano en realidad sólo era con los desconocidos por miedo a alguna fractura (los peores, según llegó a contar Gould a un amigo, eran los jóvenes y los hombres de baja estatura). Lo cierto es que los demonios internos le acechaban desde niño y el rechazo a lo extraño no era una farsa. Gould, que sólo tuvo dos profesores de piano -su madre y el chileno Alfonso Guerrero, a quien dejó el día que consideró que ya no tenía nada más que aprender de él- vivió una vida ermitaña y monacal. "El ego de Gould era tan frágil como resistente", escribe Bazzana. Y su influencia en generaciones posteriores definitiva, añade el biógrafo que citando a otro mito, Herbert von Karajan, concluye: "Su estilo abrió el camino del futuro".

El País, 4 de abril de 2007.

domingo, 16 de noviembre de 2008

MÚSICA DE LOBO.

"Lo único que me fascina es el amor y el dolor. Como hombre, he de decir que todo se resume en eso, en el amor a los seres humanos afines, a la naturaleza, a la música, a la poesía; y en el dolor de la visión que revelan los versos de Alfonsina Storni: «Muchedumbre de color, / millones de circuncisos, / casas de cincuenta pisos / y dolor, dolor, dolor...» Porque van pasando los años y cuando se llega a mi edad se lleva con gran peso una cartilla cada vez más amplia de muertos muy queridos."

Carlos Edmundo de Ory.

sábado, 15 de noviembre de 2008

FERLOSÍA.

"Quise hacer la tesina de licenciatura sobre Ferlosio (incluso hice un trabajo académico, muy escolar, sobre Alfanhuí), pero don Francisco Ynduráin, que era un profesor excelente, de los que enseñaban a leer, no quería "autores vivos" y me encomendó una tarea de hemeroteca. De modo que no hice tesina. Pero el libro de Ferlosio que me deslumbró fue Las semanas del jardín, que compré, por cierto, en Nostromo, en dos tomos, pensando que era una novela, porque alguien lo calificó de "extraño experimento narrativo". Seguí luego sus artículos en El País y me agradó sobremanera su explosión editorial de 1986. Fue poco después cuando escribí La razón narrativa de Ferlosio, uno de cuyos capítulos pretendía deshacer una de las leyendas que lo perseguían desde mediados de los cincuenta: el célebre silencio de Ferlosio. Ferlosio ha publicado después varios libros, pero todavía se habla de ese silencio, aunque restringido a la narrativa y a la añoranza de las guerras barcialeas. Creo que a Ferlosio le persiguen varias leyendas, o sonsonetes, que él no cultiva pero que tampoco se molesta en deshacer, porque tampoco le preocupan demasiado. Como el público tiene afición a las leyendas, las leyendas sobre Ferlosio proliferan y se expanden: su carácter, su indumentaria, etcétera. La de la sabiduría estéril es una de ellas y es la más peligrosa, porque permite rebatir sus bien trabadas argumentaciones con un simple y perezoso "¡cosas de Ferlosio!", como si fueran manías. Yo creo que Ferlosio es un sabio: sabe mucho y de muchas cosas y siempre escribe "sabiendo", pero no es, por utilizar una jerga que le desagrada, ni un profesional ni un gestor de la sabiduría. Siguiendo con la jerga al uso y a la moda: no quiere ni le interesa "poner en valor" su sabiduría. Tal vez ésa sea la verdadera señal del sabio."

Gonzalo Hidalgo Bayal.

martes, 11 de noviembre de 2008

JARDÍN DE FLORES CURIOSAS (XI)

José María de Salamanca y Mayol (Málaga, 23 de mayo de 1811-Madrid, 1883). Marqués de Salamanca, Conde de Los Llanos, fue un opulento hombre de negocios, promotor del ferrocarril entre Madrid y Aranjuez, jugador de bolsa, urbanizador del barrio madrileño que lleva su nombre y gran bibliófilo. El Marqués, hombre de gran fortuna, tuvo el gusto de acumular libros magníficos, en una proporción que aún hoy en día es difícil imaginar. En un reto a sí mismo, y para consumar su placer bibliófilo, se propuso reconstruir la biblioteca de Don Quijote, basándose en la selección que de la misma hacen el rector y el barbero. No le fue difícil conseguirlo, excepto por un libro, el Tirant lo Blanch, de Joanot Martorell, un incunable de 1490, del cual el Marqués sólo tenía noticia de un ejemplar conservado en la Biblioteca de la Universidad de Valencia, y de otro, que él, personalmente, había tenido en sus manos, en un viaje que hizo a Portugal, y que después de hojear con indiferencia y sin hacer ningún comentario a su anfitrión, devolvió a la estantería donde descansaba, eso sí, memorizando su localización exacta en la librería. El Marqués, acostumbrado a conseguir lo que quería, se propuso conseguir el Tirant, y como no podía esperar que su dueño, un noble lusitano de gran fortuna, quisiera desprenderse de él, acudió a la vía rápida y para ello contrató a dos sujetos sin escrúpulos, a los que envió a Portugal con un encargo concreto: robar el libro, dándoles su localización precisa, cosa que los dos ladrones cumplieron para su total satisfacción. De esta manera, el Marqués pudo completar la lista cervantina. Parece ser que la víctima del robo optó por el silencio, ya que su adquisición del Tirant tampoco había sido muy ortodoxa.

EL SÍMBOLO DE LA FE.

"Veemos que uno de los grandes artificios que han tenido los hereges de nuestros tiempos para pervertir los hombres, ha sido derramar por todas partes libros de sus blasphemias. Pues si tanta parte es la mentira pintada con los colores de las palabras para engañar: quanto más lo será la verdad bien explicada y declarada con sana doctrina para aprovechar."

Luis de Granada (1504-1588)

EL PASAJERO.

"No sé qué tiene la pluma de aduladora, de hechicera, que encanta y liga los sentidos luego que se comienza a ejercitar. Arráigase este afecto en el alma: un librico después de otro, y sea de lo que fuere. [...] Dura en no pocos esta flaqueza hasta la muerte, haciendo prólogos y dedicatorias a punto de expirar. Dios nos libre de tanta desdicha. [...]
No es de pasar en silencio el abuso que hoy se tiene de escribir papelones esterilísimos de todas buenas letras. Muchos, faltos de experiencia, ciencia y erudición, escriben y publican sobre temas absurdos librajos inutiles, guarnecidos de paja y embutidos de borra: cuyos verosímiles son patraña y cuyo fin todo mal ejemplo."

Cristóbal Suárez de Figueroa (1571- después de 1644)

domingo, 9 de noviembre de 2008

ONETTI.

"Un día de un otoño de los años ochenta fui a visitar a Onetti. Vivía en un piso algo sombrío y estaba retenido en una de sus más obstinadas fases de acostado. Esa situación de residente estable en la cama dotaba al novelista de un manifiesto aire de enfermo imaginario o de excéntrico personaje de alguna novela no escrita todavía. Y allí estaba Dolly ejerciendo de veladora de cada uno de los días de Onetti, esa última y definitiva mujer sin la que muy deficientemente se puede entender en puridad la vida de un escritor. Cuando yo lo conocí, se había pasado del vino tinto al whisky -por prescripción facultativa, según decía- y sólo leía novelas policiacas: Chandler, Simenon, Hammett, Jim Thompson, incluso algunas novelitas negras de frágil calidad y enredo curioso. También oía de vez en cuando algún tango de la buena época y algún bolero clásico. Apenas escribía o sólo escribía fragmentos hipotéticamente aprovechables, esas verbosidades de insomnio que trataría luego de acomodar entre otros textos más elaborados. O que perdería adecuadamente en el desarreglo general del tiempo. Es posible que el visitante alcanzara a tener una sensación predecible: que aquel señor con aspecto de convaleciente taciturno no podía ser el mismo que escribiera páginas tan definitivamente seductoras. Pero de todo eso, como diría Onetti, hace ya muchas páginas."

José Manuel Caballero Bonald.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

SOBRE OBAMA.

"...el fenómeno Obama, pienso, refleja la alienación de la población que encontramos en las encuestas: el 80% dice que el país se mueve por unos pocos grandes intereses. Aun cuando Obama dice que lo cambiaremos, no tenemos nada claro qué es el que cambiaremos exactamente. De hecho, las instituciones financieras, que son sus mayores contribuidores, piensan que él ya está bien; por lo tanto, no parece nada claro que pueda haber ningún cambio. Pero si hablas de cambio, la gente se coge a ello; si dices cambio y esperanza, la gente se cogerá a ello y dirá, de acuerdo, este puede ser el salvador que conseguirá aquello que queremos, aun cuando no haya ninguna evidencia para creer que esto pueda pasar."

Noam Chomsky.

lunes, 3 de noviembre de 2008

LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA.

La democracia no es el paradigma de la propaganda, aunque los libros escolares de EEUU aseguran es una "república", no una "democracia". El ciudadano no elige directamente al presidente, sino que vota por un partido que controla a los electores que designan al jefe de Estado en el Colegio Electoral, sin obligación de respetar la preferencia marcada por los ciudadanos. Esta práctica escapa de las normas aceptadas universalmente y contradice la prédica "democrática" de Washington.
La Corte Suprema de Florida dictaminó en 2000 que "el ciudadano individual no tiene derecho federal constitucional a votar por electores del Presidente de los Estados Unidos", pues su voto es un "privilegio" otorgado por el Estado [de Florida] no reconocido por la Constitución. Esta "doctrina" legaliza la exclusión de millones de electores por haber estado presos o pertenecer a minorías étnicas, en un país cuya población carcelaria asciende a 2,3 millones, 762 presos por 100.000 habitantes.
Muchos estadounidenses ignoran que realmente eligen a 538 electores, uno por cada senador (100) y por cada representante de la cámara baja (435), más tres del Distrito Columbia (Washington DC, la capital), que no elige senadores. El Colegio puede designar al menos votado: ocurrió con Benjamín Harrison en 1888 y se repitió en 2000, cuando el más votado no fue Bush sino Al Gore.
El presidente surge de 270 votos, la mitad más uno de los electores. Si hay empate con 269 sufragios, la elección pasa a la Cámara de Representantes, donde cada estado tiene un voto. Así ganó Benjamín Harrison en 1888, con menos votos populares. En 2000, Bush fue elegido por la Corte Suprema, la última instancia, algo que no ocurría desde 1876, con Rutherford Hayes.
La re-elección de Bush en 2004 fue definida en Ohio con trampas en las máquinas de votación. El fraude constante ha sido ocultado por la gran prensa y sólo denunciado en medios alternativos y libros como Fooled Again (Trampa Otra Vez), de Mark Crispin Miller, académico del Proyecto Censurado de California. Para Miller, Bush y sus "militantes teocráticos" convirtieron el fraude en una "guerra santa" para imponerse en la elección 2004.
El ganador "Toma Todo"
El candidato que obtiene más votos se lleva a todos los electores, así la mayoría sea de un voto o de un millón. Sólo Maine y Nebraska autorizan el reparto proporcional de los votos, excepto dos, que son atribuidos al candidato mayoritario. No existe un sistema nacional de sufragio homologado y legislación de cada estado enmaraña más esta cuestión.: se usan diferentes papeletas y diversos tipos de máquinas, incluso en los condados del mismo estado.
La designación del Colegio se efectúa más de un mes después de las elecciones, el primer lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre, que este año cae el 15. Este sistema nació con la Constitución de 1787, cuando los "padres fundadores" se inclinaron por un grupo de notables para evitar "la corrupción del sistema político".
El 2000, el Congreso recibió tres propuestas para la elección directa del presidente y el vicepresidente, previendo una segunda vuelta si el vencedor obtenía menos del 40%. La propuesta más coherente fue del representante republicano de Illinois Ray LaHood, un ex profesor de secundaria que sentía vergüenza cuando enseñaba a sus alumnos un sistema electoral que considera arcaico. "El hecho de que un mes después de que la gente haya votado, un grupo selecto y elitista de gente elija al presidente es como una bofetada en la cara", dijo entonces. "Mi propio partido no apoya la reforma, pero para mí es una cuestión de principios", añadió.
En 1969, Richard Nixon estuvo a punto de perder ante George Wallace, un derechista independiente de Alabama. Entonces la Cámara aprobó un proyecto para abolir el Colegio, pero fue enterrado por el Senado. El voto directo favorecería a las minorías, pero la reforma constitucional necesita dos tercios en la Cámara y en el Senado y luego, mayoría simple en tres cuartos [38] de los parlamentos de los 50 estados.

miércoles, 29 de octubre de 2008

RUINAS.

Tengo la memoria llena de ruinas poéticas, versos sueltos o salteados, poemas de los que sólo sobrevive alguna estrofa, y a veces tan sólo una aliteración o una metáfora.
Se borran los poemas en la página, se desintegra el autor, las citas son de nadie, a la extrañeza el verso deslumbrante crece entre secreciones, el pus y las escamas, quizás para que nadie pueda jugar a las casitas con sus poemas, para que nadie los utilice y diga: Mirad, por aquí se entra a un mundo superior.
No hay asilo ni literatura, no hay infancia ni poesía, ni locura ni amor. Y entonces urge despertar.

lunes, 27 de octubre de 2008

CARTA DE UN CORNUDO A OTRO CORNUDO.

"Siempre fui, señor licenciado, de opinión que a los hombres que se casan los habían de llevar a la iglesia con campanillas delante como a los ahorcados, pidiendo por el ánima del que sacan a ajusticiar y habiendo de llevar teatrinos que los animasen. Más después que he visto esta materia de los maridos cuán en su punto está, soy del parecer que es el mejor oficio que hay en la república teniendo por acompañado el ser cornudo, gracias a Dios, que nos ha dejado ver tiempo en que es calidad y estoy sentido y aun avergonzado de parte de los que lo son de ver, que vuesa merced ande escondiéndose como afrentado de serlo. No me espanto que ahora es vuesa merced cornicantano y realmente se hallará atajado aunque se librará, con los besamanos y el ofrecerse: vuesa merced se hará a las armas como todos, y se comerá las manos tras ellos.

Por estas hierbas cumplo veintisiete años y siete días de cornudo y le prometo a vuesa merced que, mediante Dios, me ha dado mil vidas. Bien sé yo, lo que más sentirá vuesa merced es lo que quedarán diciendo cuando pase por las calles. No se le dé un cuerno aunque le sobren muchos que si da en sentirlo se podrirá y así hágalo gracia y si oyere tratar de muchos en algún corrillo diga de ellos peor y más mal que todos, que nosotros así lo hacemos y engordamos. Y esté cierto que nadie puede, aunque sea hombre de bien, decir mal de cornudos, porque nadie dice mal de lo que hace.

¿Debe de pensar vuesa merced que es sólo cornudo en España? Pues ha de advertir que nos damos acá con ellos y que se trata que como oficios se les señales cuarto aparte y calle, como hay lencería y pescadería, haya cornudería. No sé si hallará sitio capaz para todos. Dichoso vuesa merced que es cornudo sólo en ese lugar, donde es fuerza que todos acudan, y no aquí que nos quitamos la ganancia los unos a los otros, tanto que si no se hace saca de cornudos para otra parte se ha de perder el lugar.

¿Cómo piensa que está recibido esto de cornudar? Pues ya se hace inquisición para casarse uno, que después de darles el dote se obliga a hacerse cornudo dentro de tanto tiempo y el marido escoge el género de gente con quien mejor le está: extranjeros, seglares o eclesiásticos, y ha de llegar el tiempo en que han de usarse en España conmaridos y se ha de llamar Junta de dos desposados y vacadas los barrios, aunque la sobra de mujeres se ha cogido tanto cornudo estos años que valen a huevo. Y es un gran señor de la profesión, que antes, cuando había en una provincia dos cornudos, se hundía el mundo, y ahora, que no hay hombre bajo que no se meta a cornudo, que es vergüenza que no lo sea ningún hombre de bien, que es oficio que si el mundo anduviera como había de andar se había de llevar por oposición como cátedra y darle al mas suficiente o, por lo menos, no había de poder ser cornudo ninguno que no tuviese su carta de examen aprobada por los protocornudos y amurcones generales. Haríanse mejor las cosas y sabrían los tales cofrades del hueso lo que habían de hacer. No hay cosa más acomodada que ser cornudo porque cabe en el marido, en el hermano, en el padre, en el amigo. Al letrado no le estorba el estudiar, antes le da lugar a la lección. ¿Cómo curaría ni visitaría el médico si estuviese siempre sobre su mujer y no diese lugar al cuerno? Él da lugar a los oficiales para su trabajo y a nadie estorba.
Pues en cuanto a honra: ¿quién no le regala?, ¿quién no le asienta en su mesa?, ¿quién no le presta ni le da? Pues si miramos a el provecho de la república, si no tuviera cornudos ¿qué hubiera de muertes, de escándalos y putos? Todo esto estorba uno de nosotros a quien llaman hombre de buena masa. Y realmente nosotros conforme a buena justicia siempre tenemos razón para ser cornudos, porque si la mujer es buena, comunicarla con los próximos es caridad y si es mala, es alivio propio. En otro tiempo eran menester razones, mas ya está tan negro el calificado que son escusadas las autoridades, porque aunque es verdad que en el primitivo cuerno hubo alguna incomodidad y pesadumbre ahora está esto muy asentado porque todas las cosas que han hecho mudanza y más ahora que hay casta de cornudos, como de caballos y está acreditado este oficio que verá vuesa merced que están aguardando a una puta ducientos dueños para cogerla como arrebatiña y alto a casar.

He oído decir el otro día que se trataba de hacer cornudos reales, como escribanos y repartirlos por las calles para el buen despacho, con su rótulo encima como curiales, que diga: “aquí se despacha para Génova, Roma, Francia”. No sé si pasará adelante, como también la nueva institución que me acaban de decir se trata para moderar las sedas, cadenas, diamantes y trencillos que gastan. De todo avisaré a vuesa merced como quien tan a pecho toma nuestra estimación o imitación.

Vuesa merced se honre mucho y coma de todo y hable con todos y disimule y verá qué bendiciones me echa. Y entre tanto, para entretener y aprovecharse lea este discurso intitulado El siglo del cuerno y mándeme cosas de su servicio.

A vuestra mujer beso la mano en habiendo vacante."
Francisco de Quevedo (1580-1645)

AMORES ETERNOS.

"Puedo amar a rubias y a morenas,
a la que finge la abundancia
y a la que esconde la indigencia;
a la que prefiere la soledad,
a la que cree, y a la que duda;
a la que siempre llora con ojos como esponjas,
y a la que es corcho seco y nunca llora.
Puedo amarla a ella, y a ella, y a ti, y a ti;
puedo amar a cualquiera
que no sea verdadera."

John Donne (1572-1631)

jueves, 23 de octubre de 2008

NÁUFRAGO EN OLAS TRANQUILAS.

Me encerré en casa cuando tenía 25 años para poder leerlo todo y hacer literatura. Estaba en el pináculo de mi juventud. Renucié a mi intensa vida social, novias, familia, futuro, a todo. Tomé una postura radical, me entregué por completo. Y fracasé.

HUELLAS EN LA NIEVE.

“Con frecuencia me paso los mediodías sentado en un banco, ocioso. Los árboles del parque están totalmente descoloridos. Sus hojas cuelgan artificiosamente, como si fueran de plomo. A ratos todo parece aquí de hierro endeble y hojalata. Luego cae otro aguacero y lo empapa todo. Se abren los paraguas, los coches ruedan sobre el asfalto, la gente se apresura, las muchachas alzan el borde de sus faldas […] Y luego están los jardines, tan silenciosos y perdidos tras las elegantes verjas, como esos rincones secretos que hay en los parques ingleses. Muy cerca de ellos truena y resuena el tráfago del comercio, como si nunca en la vida hubieran existido los paisajes o los ensueños. Los trenes retumban sobre los puentes, que tiemblan a su paso. Por la noche refulgen los escaparates, ricos y elegantes como en los cuentos de hadas, y ríos y oleadas serpenteantes de seres humanos se agitan ante las tentaciones de la riqueza industrial allí expuesta.”

Robert Walser (1878-1925)

miércoles, 22 de octubre de 2008

AFORISMOS.

-Él me desprecia porque no me conoce. Yo desprecio sus acusaciones porque me conozco.

-Varias veces he sido censurado por faltas que mi censor no tuvo el ingenio ni la valentía de cometer.

-Para él el mundo era una muchacha, 150 libros y una perspectiva de una milla alemana de diámetro.

-Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.

-En la Tierra no hay superficie más interesante que el rostro humano.

-Nuestro mundo llegará a ser tan refinado que creer en Dios resultará tan ridículo como hoy en día creer en fantasmas.

-Un rostro no se deja analizar en un instante: necesita una consecuencia.

-Por más que se predique las iglesias siguen necesitando pararrayos.

-En el mundo, los santos han logrado más en escultura que vivos.

-Cuando un libro choca con una cabeza y suena a hueco, ¿se debe sólo al libro?

-El único defecto de los escritores realmente buenos es que casi siempre ocasionan que haya muchos malos o regulares.

-Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen, pierden el respeto.

-El matrimonio, al contrario de la fiebre, comienza con calor y termina con frío.

-Ciertos hombres de mal corazón creen reconciliarse con el cielo cuando dan una limosna.

-Una regla de oro: no hay que juzgar a los hombres por sus opiniones sino por aquello en lo que sus opiniones los convierten.

-Sí, las monjas no sólo tienen un estricto voto de castidad sino también fuertes rejas en sus ventanas.

Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799)

martes, 21 de octubre de 2008

MI MAESTRO JUAN DE MAIRENA.

"Cuando los hombres acuden a las armas, la retórica ha terminado su misión. Porque ya no se trata de convencer, sino de vencer y abatir al adversario. Sin embargo, no hay guerra sin retórica. Y lo característico de la retórica guerrera consiste en ser ella la misma para los dos beligerantes, como si ambos comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas verdades. De aquí deducía mi maestro la irracionalidad de la guerra, por un lado, y de la retórica, por otro."

Antonio Machado.

DEFENSORES DE LA FE.

"Durante siglos, se nos ha dicho que sin la religión no seríamos más que animales egocéntricos luchando por lo que nos corresponde, que nuestra única moral sería la de la manada de lobos; sólo la religión, se decía, puede transportarnos a un nivel espiritual más elevado. Hoy, cuando la religión aparece como fuente de una violencia exterminadora de un extremo al otro del mundo, la certeza de que los fundamentalistas cristianos, musulmanes o hindúes no se dedican a otra cosa que a abusar de los mensajes espirituales más nobles de sus respectivos credos y a pervertirlos hace que lo anterior suene cada vez más falso. ¿Qué ocurriría si restableciéramos la dignidad del ateísmo, uno de los más excelsos legados de Europa y quizás nuestra única alternativa en pro de la paz?

Hace más de un siglo, en Los hermanos Karamazov y en otras de sus obras Dostoievsky advirtió contra los riesgos del nihilismo moral ateo con el argumento esencial de que si Dios no existe, entonces todo está permitido. El filósofo francés André Glucksmann ha recurrido incluso a la crítica de Dostoievsky, al nihilismo ateo, para aplicarla a [los atentados del] 11 de septiembre de 2001, tal y como se da a entender en el título de su libro Dostoievsky en Manhattan. Pocas argumentaciones podrá haber más disparatadas: la lección del terrorismo de nuestros tiempos es que, si Dios existe, todo, sea lo que sea, incluso el hacer saltar por los aires a miles de personas inocentes, está entonces permitido, al menos para aquéllos que proclaman que actúan directamente en nombre de Dios, puesto que está claro que el hilo directo con el ser superior justifica saltar por encima de cualquier barrera o consideración puramente humanas. En pocas palabras, los fundamentalistas han terminado por no diferenciarse en nada de los comunistas estalinistas y ateos, para quienes todo estaba permitido en razón de que se consideraban a sí mismos como instrumentos directos de su divinidad: la necesidad histórica de avanzar hacia el comunismo.

Durante la Séptima Cruzada, al mando de San Luis, Yves le Breton contó que se había encontrado en cierto momento con una anciana que vagaba por las calles con un plato en su mano derecha, del que salían llamaradas, y con un cuenco lleno de agua en su mano izquierda. Al preguntarle la razón por la que llevaba las dos vasijas respondió que con las llamas iba a prender fuego al Paraíso hasta que no quedara ni rastro de él y con el agua iba a apagar las llamas del Infierno hasta que no quedara ni rastro de ellas, «porque no quiero que nadie haga el bien con el fin de ganarse la recompensa del Paraíso o por miedo al Infierno, sino sola y exclusivamente por amor a Dios». Hoy por hoy, esta actitud ética, verdaderamente cristiana, se mantiene viva principalmente en el ateísmo.

Los fundamentalistas realizan lo que ellos consideran que son buenas acciones con el fin de cumplir la voluntad de Dios y obtener la salvación; los ateos las realizan simplemente porque eso es lo que hay que hacer. ¿Acaso no es ésta nuestra experiencia más elemental de moralidad? Cuando realizo una buena acción, no la hago con las miras puestas en ganarme el favor de Dios; actúo así porque, en caso contrario, no soportaría mirarme al espejo.Por definición, una acción moral encierra en sí misma su propia recompensa. David Hume, que era creyente, insistió en este punto de un modo absolutamente conmovedor cuando escribió que la única forma de demostrar un respeto auténtico por Dios era actuar moralmente sin tener en cuenta la existencia del mismo.

Hace dos años, los europeos debatían si el preámbulo de la Constitución Europea debía mencionar el cristianismo como factor clave del patrimonio europeo. Como suele ser habitual, se llegó a una solución de compromiso, una referencia en términos generales a la «herencia religiosa» de Europa. Ahora bien, ¿dónde se ha quedado el legado más preciado de Europa, el del ateísmo? Lo que hace singular a la Europa moderna es que se trata de la primera y única civilización en la que el ateísmo es una opción plenamente legítima, no un obstáculo para cualquier cargo público.

El ateísmo es un legado europeo por el que merece la pena luchar, y entre las razones para ello no es la menor la de que genera un espacio público en el que los creyentes pueden sentirse a gusto. Véase por ejemplo el debate que se desató en Liubliana, la capital de Eslovenia, mi país de nacimiento, cuando estalló la siguiente polémica de orden constitucional: ¿debería permitirse a los musulmanes (en su inmensa mayoría, trabajadores inmigrantes llegados de las antiguas repúblicas yugoslavas) la construcción de una mezquita? Mientras que los conservadores se oponían a la mezquita por razones culturales, políticas e incluso arquitectónicas, el semanario liberal Mladina no tuvo ningún empacho, con absoluta coherencia, en defender la mezquita de acuerdo con su preocupación por los derechos de las personas procedentes de las demás ex repúblicas yugoslavas.

No resultó sorprendente, dada su tendencia liberal, que Mladina fuese también una de las escasas publicaciones eslovenas que reprodujera las tristemente célebres caricaturas de Mahoma. Pues bien, a la inversa, aquellos mismos que hicieron gala de la máxima comprensión hacia las protestas violentas que habían originado esos dibujos entre los musulmanes fueron también los que a menudo habían expresado su preocupación por el destino del cristianismo en Europa.

Estas alianzas extrañas confrontan a los musulmanes de Europa con un dilema francamente arduo: la única fuerza política que no los reduce a la condición de ciudadanos de segunda clase y que les abre un espacio a la expresión de su identidad religiosa son los liberales ateos e indiferentes a cualquier dios, mientras que aquéllos que están más próximos a sus prácticas sociales religiosas -su reflejo en el espejo-, los cristianos, son sus principales enemigos políticos. Lo paradójico es que los únicos aliados auténticos de los musulmanes no son aquéllos que publicaron en primer lugar las caricaturas por lo que tenían de impactantes, sino aquéllos que las reprodujeron en defensa del ideal de la libertad de expresión.

Mientras que un ateo auténtico no tiene necesidad alguna de reafirmar su propia posición a través de ninguna provocación a los creyentes mediante blasfemias, ese mismo ateo se niega a reducir el problema de las caricaturas de Mahoma a una cuestión de respeto a las creencias del otro. Y es que el respeto a las creencias del otro como valor máximo no puede significar más que una de estas dos cosas: o tratamos al otro con una actitud de condescendencia y evitamos herirle a fin de no echar por tierra sus ilusiones o adoptamos la actitud relativista de la multiplicidad de verdades, con lo que se descalifica, por su carácter de imposición violenta, cualquier insistencia indubitada en la verdad.

¿Qué ocurriría, sin embargo, si sometiéramos al islamismo, junto con todas las demás religiones, a un análisis crítico, respetuoso pero, por esta misma razón, no menos implacable? Este, y sólo éste, es el medio de mostrar un respeto auténtico por los musulmanes: tratarlos seriamente como adultos responsables de sus creencias."

Slavoj Zizek.

lunes, 20 de octubre de 2008

COMO LA BELLA MORBIDEZ DE TU CUERPO.

(I)
labios
beben
labios

(II)
gozosa excitación
de polvo diminuto
danzando sin luz

(III)
poema mínimo
cristal
irreductible

(IV)
princesa blanca de la noche
dura sal de flor desnuda
nieve de un largo invierno
sin final

(V)
transitan paisajes
efímeras sombras
que pierden los crepúsculos

domingo, 19 de octubre de 2008

VERME MORIR ENTRE MEMORIAS TRISTES.

La escritura misma se ha convertido en el arma que los espíritus usan para atravesar al escribiente. El proceso se repite ad infinitum para aquel que se reconoce incapaz para todo, excepto para el dolor. Cada vez más miedo de escribir cosas: el temor es la desdicha.

martes, 14 de octubre de 2008

HUYE DEL TRISTE AMOR, AMOR PACATO...

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Despierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

Antonio Machado.

viernes, 10 de octubre de 2008

LOS GIRASOLES CIEGOS.

"Elena ha muerto durante el parto. No he sido capaz de mantenerla a este lado de la vida. Sorprendentemente el niño está vivo.
Ahí está, desmadejado y convulsivo sobre un lienzo limpio al lado de su madre muerta. Y yo no sé qué hacer. No me atrevo a tocarlo. Seguramente le dejaré morir junto a su madre, que sabrá cuidar de un alma niña y le enseñará a reír, si es que hay un sitio para que las almas rían. Ya no huiremos a Francia. Sin Elena no quiero llegar hasta el fin del camino. Sin Elena no hay camino.
¿Cómo se corrige el error de estar vivo? ¡He visto muchos muertos pero no he aprendido cómo se muere uno!
[...]
No aprendí a sortear la pena y la pena me ha amputado a Elena con su dalle. Además yo sólo sé escribir y contar cuentos. Nadie me enseñó a hablar estando solo ni nadie me enseñó a proteger la vida de la muerte. Escribo porque no quiero recordar cómo se reza ni cómo se maldice."

Alberto Méndez (1941-2004)

martes, 7 de octubre de 2008

ELOGIO DEL ATEÍSMO.

"La fe en Dios no se adquiere ni se abandona a base de argumentaciones lógicas. Es el resultado de las primeras fases del aprendizaje social, en el hogar familiar y en la escuela. Si al individuo le fuera propuesta la fe en los dogmas ya alcanzada la edad adulta, el gran repertorio mitológico y legendario no tendría posibilidad significativa de recibir adhesión de fe por mentes normalmente constituidas. La inverosimilitud de estas proposiciones y sus enormes contradicciones lógicas, conducirían a su rechazo en la inmensa mayoría de los casos. La fe se adquiere en el seno de una tradición en la infancia de la vida. La fe suele abandonarse posteriormente a través de procesos complejos que requieren una fuerte inversión de esfuerzo intelectual. Esto es bien conocido por las iglesias y por ello obstaculizan por todos los medios la información y el debate intelectual sobre el origen y fundamento racional de sus credos. La sinceridad con uno mismo, inteligencia e información son los principales requerimientos para liberarnos de los grilletes de la fe. Los credos contienen un número tal de fantasías, ilusiones infantiles e incongruencias que las teologías de las religiones reveladas suelen atribuir la fe al privilegio personal de una gracia o don divino. El niño admite complacientemente una fe tan gratificante que no es probable que esté dispuesto a perderla en el resto de su vida. La persona madura que desconoce las tradiciones juzga la fe como un deseo pueril si no como una broma de mal gusto. Pasando del plano de la catequesis popular al de la teología “ilustrada”, contemplamos que los teólogos con un mínimo de decencia intelectual ya han abandonado toda pretensión de demostrar mediante argumentaciones racionales la existencia de Dios. La noción de Dios es una simple extrapolación hasta el infinito del conjunto de atributos humanos. Esta concepción estalla inevitablemente en una multitud de contradicciones lógicas que arruinan la noción de Dios. Aunque ya se haya dejado de lado la figura antropomórfica (las barbas blancas, etc.), la misma noción de Dios está totalmente impregnada de proyecciones antropomórficas.

El creyente, emplazado a asumir la prueba de sus afirmaciones respecto de la noción de Dios, termina por desistir ante esto eludiendo el reto; pero al mismo tiempo exclama lleno de júbilo que el increyente tampoco puede demostrar su negación. De todas maneras no se puede afirmar que dichas posturas sean similares. El creyente propone un concepto de Dios que sólo es una arbitraria especulación sin ningún tipo de referente existencial, y por ello mismo no la puede probar. Si se actúa de buena fe, nadie puede afirmar algo que se sabe que por definición es inidentificable, para solicitar a continuación que su oponente pruebe que no existe. Un enunciado sólo es refutable cuando recae sobre algo respecto de lo cual resulta en principio posible su negación mediante la constatación de hechos intersubjetivamente observables. Sabemos que no existen mundos de hadas, pero nos es imposible probarlo. Dios y las hadas pertenecen a un universo mental del cual puede decirse lo que se quiera, ya que nada puede refutarse. Incluso en el terreno de lo empírico los juicios negativos de existencia son indemostrables."

Gonzalo Puente Ojea.

lunes, 6 de octubre de 2008

EL SENTIDO DE LA VIDA.

"La vida es una sombra errante, un pobre cómico que se pavonea ansioso de no dejarse escapar su fugaz turno en escena, sin que tras ello se oiga nada más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de zumbido y furor, que nada significa."

William Shakespeare (1564-1616)

jueves, 2 de octubre de 2008

FERLOSIO: "ODIO A ESPAÑA DESDE SIEMPRE".

El escritor Rafael Sánchez Ferlosio ha asegurado este martes que odia a España "desde siempre", en parte por la excesiva atención que se le presta a los deportes, como se ha podido comprobar en los recientes Juegos Olímpicos, y en parte porque le "carga esto de la patria". "El concepto de patria es el más venenoso de los conceptos", decía hoy Sánchez Ferlosio al presentar, en un encuentro con la prensa, su nuevo ensayo God & Gun. Apuntes de polemología, un conjunto de reflexiones sobre la historia, la guerra, la religión, el derecho y el fanatismo.
Este escritor que, en palabras de Miguel Delibes, "es el hombre más importante de nuestra literatura", se mostraba hoy tímido, dicharachero y feliz, acompañado por su mujer, Demetria Chamorro; su hija Lucía y su pequeña nieta Laura, que a sus tres años no entendía muy bien las palabras del abuelo y reclamaba constantemente su atención. El expresivo título del libro le parece a Sánchez Ferlosio "un lema ideal para un escudo de Estados Unidos", y lo sacó de una frase que Barack Obama, candidato demócrata a la presidencia de ese país, "dijo de algún estado norteamericano que, deprimido y aburrido por la recesión y por el paro, se había abandonado al culto de Dios y al culto de las armas".

Este ensayo, que comenzó hace diez años como respuesta a unas observaciones de Fernando Savater, ha sido escrito "con inconsciencia y espontaneidad", a base de que, como dice el refrán, "si sale con barba San Antón y, si no, la Purísima Concepción", afirmaba el autor al presentar su obra. Y ha sido escrito, además, "sin propósito de método ni autoanálisis, ni pretensión de que hubiese armazón teórica", señalaba Sánchez Ferlosio.

El libro, publicado por Destino, lleva en la portada una fotografía de un auriga dorado, que el autor calificó de "obscena y abominable" y atribuyó este "gusto desaforadamente kitsch, inspirado en el actor Charlton Heston y la película Ben-Hur", a la absorción de "la primitiva Destino" por el grupo editorial Planeta. Los temas que el autor de El Jarama, obra imprescindible de la literatura de posguerra, trata en su nuevo libro dieron pie a las preguntas más diversas. Sánchez Ferlosio (Roma, 1927) respondía de forma lacónica, pero casi siempre con humor. Así, dejó claro que "una de sus grandes fobias es el deporte", aunque de joven le gustaba patinar y cazar. "Fui también aficionado a los toros, pero desde que odio a España, me he tenido que quitar de ellos".

Y cuando se le pregunta por los motivos de ese odio, se limita a decir que "los porqués son muchos". Enseguida lo relaciona con "las Olimpiadas" y se da cuenta entonces de que su odio tendría que "compartirlo con otras naciones". "Como soy medio italiano, creo que si viviese en Italia la odiaría quizá más". No sabe si, como le pasaba a Unamuno, le duele España, aunque no se debe encontrar mal del todo en este país porque viaja "muy poco" y no se iría "nunca al extranjero". El título del libro se lo inspiró Obama, pero el autor de Alfanhui y otros cuentos no cree que vaya a cambiar mucho la situación en Estados Unidos si gana él las elecciones generales, sobre todo en lo relacionado con la "política exterior".

Sí cree, sin embargo, que si gana McCain, candidato republicano, "es probable" que Estados Unidos promueva una intervención militar en Irán. Las reflexiones sobre la guerra, "la desgracia de la Historia", son una constante en los ensayos de Sánchez Ferlosio, a quien no le gustan las expresiones de "guerra justa o injusta", y se preguntaba si se puede hablar de lo primero tan sólo por el hecho de que "lo consientan una mayoría de naciones".
Fernando Savater está en el origen de este libro, y hoy Sánchez Ferlosio decía que el filósofo "era muy trabajador e inteligente, pero ahora está demasiado entregado a la actualidad". Galardonado con el Premio Cervantes, Sánchez Ferlosio tiene ya entre manos otro ensayo y no siente tentaciones de volver a la novela. "Tengo una pereza horrible y una lentitud tremenda", aseguraba.

El País, 30 de septiembre de 2008.

EMBRIAGAOS.

"Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es el único problema. Para no sentir el horrible paso del Tiempo que quiebra nuestros hombros y nos curva hacia la tierra, tenéis que embriagaros sin tregua.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como gustéis. Pero embriagaos.
Y si alguna vez, en las escalinatas de un palacio, en la hierba verde de una cuneta, en la soledad sombría de vuestra habitación, os despertáis, con la embriaguez disminuida ya o desaparecida, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntádle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, os respenderán: ¡Es hora de embriagarse! Para no ser esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como gustéis."

Charles Baudelaire (1821-1867)

martes, 30 de septiembre de 2008

UN SOPLO DE AIRE FRESCO.

Acodado en la erosión de mis piernas, expuesto el azote de mi traje que ondea como esas segundas pieles de las que siempre se habla en determinados círculos, sé que dibujo una expresión de delincuente o parásito, de un Frankenstein para las madres que peinan con agua a los niños, de un lanzador olímpico de heces. Pero no importa, estoy solo; llevo siglos aquí sin dejar de estar solo de la manera en que lo está la luz del mediodía, sin sombras que le cuelguen, esas segundas pieles de las que siempre se habla en determinados círculos cuando me refieren como aquella sombra inverosímil que habitó un continuo mediodía.

domingo, 28 de septiembre de 2008

LA GRACIA NEVANDO.

Don din
din dan
ya.
La gracia nevando
y el puerco sangrando
la perla temblando
la llama llamando
y el chantre cantando
y el ama amasando
nevando
la gracia en la ciudad
sin fe.
Dónde, dónde, dónde fue.
Pues aquí
pues allá
no sé...
Pero ¿qué más da?
La luna rocío
el sol su sed
el rico oro
el pobre palidez.
Eh, eh
ah, ah.
Uno solo tiene aquello que da.
Don din
din dan
ya.
Nacida la vida
la peña florida
la loba dormida
la casa caída
la leche vertida
la cierva parida
la vida
nacida de la mar
sin fe.
Cómo, cómo, cómo fue.
Pues así
pues asá
no sé...
Pero ¿qué más da?
Tristeza el espejo
los ojos miel
amor el hombre
justicia la mujer.
Eh, eh
ah, ah.
Lo que olvide uno
todo eso sabrá.
Don din
din dan
ya.
La grana granada
y el alba alborada
la mora morada
la pólvora helada
la carne encarnada
la sombra asombrada
granada
la grana de la paz
sin fe.
Cuándo, cuándo, cuándo fue.
Pues ayer
pues será
no sé...
Pero ¿qué más da?
La cal delirio
el vino pez
el reo cáñamo
y terciopelo el juez.
Eh, eh
ah, ah.
Cuando ciegue el alma
el ciego verá.
Don din
din dan
ya.
La muerte muriendo
y el rio riendo
y el papa paciendo
y el lirio liriendo
y el credo creyendo
y adán sin atuendo
de estrella en estruendo
reverdinaciendo
muriendo
muriendo la fidelidad
sin fe.
Cuándo, cómo, dónde, qué.
Te diré
pues verás
no sé.
Pero ¿qué más da?
Eh, ah.
Todo lo que esperes
jamás lo verás.
Don din
din dan
din don dan.

Agustín García Calvo.

lunes, 22 de septiembre de 2008

GOD & GUN.

"Mucho se ha hablado y se habla de la acendrada religiosidad de los americanos, predominantemente protestante, que es al fin la que da forma a esa peculiar moralidad. Una religiosidad casi fundida con el patriotismo, como más adelante se verá, y al igual que la concomitante forma de moralidad, de la que puede servir de muestra la carta de cierto capitán de infantería aerotransportada, Ian Fishback, fechada el 26 de septiembre del 2005, enviada al senador por Arizona, John McCain, y leída por éste en el Senado, en su alegato contra el empleo de la tortura con los prisioneros cogidos en Irak. Fishback evoca la firme resolución que, en sus tiempos de cadete en West Point, tomó ante sí mismo de que nunca dejaría que sus soldados cometiesen algún acto deshonroso (dishonorable), pues quería protegerlos de cargar con este peso, y ahora se le parte el corazón por haberles fallado a algunos de ellos en la guerra. Le encarece al senador la urgencia de establecer unas reglas específicas (specific standards), para acabar con la confusión y la discordancia de opiniones que, en sus muchas consultas, ha podido comprobar con respecto a esta clase de comportamientos. Lo que quiero hacer notar con este ejemplo es cómo lo que ahí se reivindica no es sino el honor y la moral americana, nada que pueda estar por encima o más allá de ellos; el capitán lo especifica claramente: "We are America, and our actions should be held to a higher standard, the ideals expressed in documents such as the Declaration of Independence and the Constitution" (1).

El criterio del comportamiento con los prisioneros es, pues, América misma, su naturaleza. Fishback no se preocupa más que del ius in bello, de que el comportamiento individual de los soldados americanos responda al ideal de moralidad americano: ni por un momento se le pasa por las mientes poner en cuestión el ius ad bellum, el derecho de América para hacer la guerra. América no puede hacer más que una guerra justa, porque América, los americanos en cuanto americanos, son "los nuestros", y por definición "los nuestros son los buenos". Nadie lo comentó más lúcidamente que el entonces director de Le Monde, Jean-Marie Colombani: consideraba la mezcla de poder y buena conciencia como un "cóctel corrosivo", que borra cualquier duda o inhibición e impide la autocrítica. "Al cabo", decía literalmente, "la convicción absoluta de ser un país 'fundamentalmente bueno', tal como el año pasado declaró a Fox News el presidente Bush, tiene por consecuencia lógica la de satanizar al adversario; y una vez que esté deshumanizado, que sea el mal, todo está permitido contra él". Por mi parte, siempre he comentado cómo se equivocaba aquel personaje de Dostoievski que decía: "Si Dios no existe, todo está permitido".
Es cuando hay Dios cuando todo está permitido. Así que nadie tan ferozmente peligroso como el justo, cargado de razón.
En cuanto a la caracterización de la religiosidad americana, es Huntington el que, en la obra citada anteriormente, nos dibuja la "composición de lugar" originaria: "La mayor intensidad religiosa fue, sin duda, la de los puritanos, especialmente en Massachusetts. Ellos fueron los primeros en definir su asentamiento, basado en una 'Alianza con Dios', para la creación de 'una ciudad sobre una colina', como un modelo para todo el mundo. Pronto los miembros de otras confesiones protestantes empezaron a considerarse a sí mismos y a Norteamérica en general del mismo modo. En los siglos XVII y XVIII, los norteamericanos definían su propósito en el Nuevo Mundo utilizando términos bíblicos. Eran un 'pueblo elegido' con una 'misión en el desierto'; crear 'la nueva Israel' o 'la nueva Jerusalén' en lo que era claramente 'la tierra prometida". El mismo autor añade más adelante: "En cierta medida, como dijo Tocqueville, los puritanos dieron forma a 'todo el destino de Estados Unidos". La propia idea de la Alianza va cargada de encono al aplicarse a la guerra de independencia contra Gran Bretaña. "La Revolución reflejaba su 'alianza con Dios' y era una guerra entre 'los elegidos de Dios' y el 'Anticristo' británico".
Huntington habla también de lo que él llama, algo extrañamente, "religión civil", con lo que quiere referirse a la fusión de la religión con el patriotismo. La cita es algo larga, pero importa mucho: "En Estados Unidos', decía Tocqueville, 'la religión [...] se entremezcla con todas las costumbres de la nación, con todos los sentimientos de patriotismo, de lo cual se deriva una fuerza muy peculiar'. La fusión entre religión y patriotismo resulta especialmente evidente en la llamada religión civil de Estados Unidos. En la década de 1960, Robert Bellah definía la religión civil, 'en su mejor versión', como una 'percepción genuina de la realidad religiosa universal y trascendente tal como es vista o, casi se podría decir, tal como aparece revelada a través de la experiencia del pueblo norteamericano'. La religión civil permite a los estadounidenses conjugar su política laica con su sociedad religiosa, unir Dios y país, a fin de revestir su patriotismo de una especie de santidad religiosa y dotar a sus creencias religiosas de legitimidad nacionalista [cursiva mía]". Por mucho que resulten un tanto disparatadas algunas formulaciones de este párrafo, sobre todo la cita de Bellah, creo que no podría negarse que al hablar de "fusión" se está aludiendo a una cosa que efectivamente se da. Unas páginas antes, Huntington ha hablado de lo sorprendente del "modo y la medida en que los prelados católicos reconciliaron el universalismo católico con el nacionalismo estadounidense. Haciéndose eco del tono, las ideas y las palabras de los protestantes evangélicos, sostenían la legitimidad divina de la misión de Estados Unidos en el mundo". Y un poco más adelante añade: "... el cardenal Spellman, según dijo un estudioso del tema, equiparaba 'abiertamente los juicios y la acción de la nación estadounidense con los de Dios [...] La aceptación por parte del cardenal Spellman de la misión mesiánica de Estados Unidos se hace así completa".
El universalismo (2) es, naturalmente, un rasgo que san Pablo ha impuesto a la Nueva Alianza, y los Estados Unidos, "la nación más bendecida por Dios a lo largo de la historia", se han hecho, lógicamente, sus depositarios y portaestandartes de su difusión mundial. En la carta, firmada por sesenta intelectuales americanos, de casi todas las creencias e incluso de ninguna, publicada en Le Monde del 15 de febrero del 2002, bajo el título de "Lettre d'Amérique, les raisons d'un combat", podemos encontrar una autorizada confirmación de esta misión mundial de los Estados Unidos; bastará una frase: "A nosotros, americanos en tiempos de guerra y de crisis mundial, nos importa encarecer que lo mejor de lo que nosotros llamamos, sin pensarlo mucho, 'valores americanos' no es patrimonio de la sola América, sino la herencia común de toda la humanidad". Sin embargo, al informarnos de esta función de albaceas o fideicomisarios del testamento de Dios, se diría que sólo se refieren al legado del Dios judeo-cristiano, pero al final, como a manera de codicilo, aparece una especie de manda -no hay datos para decir si de igual o inferior valor jurídico- que incluye a los creyentes del Dios de Mahoma: "Queremos dirigirnos en particular a nuestros hermanos y hermanas de las sociedades musulmanas. Y os decimos sin ambages: nosotros no somos enemigos vuestros, sino amigos vuestros; no debemos ser enemigos los unos de los otros. Tenemos demasiados puntos en común. Tenemos muchas cosas que hacer juntos. Vuestra dignidad humana, no menos que la nuestra -vuestro derecho a una buena vida, no menos que el nuestro-, por eso es por lo que creemos combatir". Pero digo yo que puesto que el combate ("Les raisons d'un combat" se subtitula la carta) venía siendo por entonces el de los bombardeos de Afganistán, ¿no era demasiado ambicioso pretender que los bombarderos cargados de bombas fuesen al mismo tiempo recibidos como cargados de razón?
La actual "guerra contra el terrorismo" ha sido concebida desde el principio y sin vacilaciones ("sin complejos", como gusta de decir José María Aznar) como guerra escatológica, y hasta casi santa, como mi amigo Emilio Menéndez del Valle -embajador y eurodiputado- ha ilustrado en un artículo de EL PAÍS (26 de mayo de 2008), citando varias autobendiciones que así lo ratifican: "Está claro que desde el principio persiguió disfrazar de religiosa la invasión de Irak. Con soltura, en octubre de 2005 dijo que Dios le había pedido acabar con la tiranía en Irak [...] Dos meses después declaró a Fox News: 'De alguna manera, Dios dirige las decisiones políticas adoptadas en la Casa Blanca' [...] Todo esto puede parecer incomprensible a muchos europeos, pero no a muchos norteamericanos, incluida la mayoría de las Iglesias evangélicas (un cuarto del electorado) que siguen al partido republicano y que han seguido a Bush y que manifiestan: 'Nuestro presidente es un auténtico hermano en Cristo y, puesto que ha llegado a la conclusión de que la voluntad de Dios es que nuestra nación esté en guerra con Irak, con gusto cumpliremos".
La primera exigencia de la guerra escatológica es que Dios sea garante de la victoria de los nuestros. De esto se ocupa Garry Wills, en un largo artículo titulado "A Country Ruled by Faith" (The New York Review of Books, 16 de noviembre de 2006); en el epígrafe 5, rotulado Faith based war, escribe: "There is a particular danger with a war that God commands. What if God should loose? That is unthinkable to the evangelicals" (3). Otra exigencia es la de que, tal como sugiere Colombani -citado anteriormente-, para salvaguardar la buena conciencia de la tan exigente religiosidad y moralidad americana, el enemigo sea representado como "no humano", con la consecuencia de que todo esté permitido contra él. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ha formulado desde fuera la condición jurídica de este nuevo enemigo: "Los terroristas capturados en el siglo XXI no encajan fácilmente en los sistemas tradicionales de justicia criminal o militar que fueron diseñados para otras necesidades" (transcrito de La Vanguardia del 6 de diciembre de 2005). Pero hay ahí una inversión de los términos de la relación de consecuencia; son las "nuevas necesidades" las que exigen que las leyes tradicionales no encajen con el enemigo. Esto puede percibirse cabalmente en las palabras del presidente Bush para dar razón del veto contra una propuesta de las cámaras para hacer ilegal la tortura del waterboarding: "Voy a vetar la ley, porque todo lo que necesitamos hacer tiene que estar dentro de la legalidad". Estas formulaciones autocráticas recuerdan la redundante declaración de intenciones del Yavé mosaico: "Tendré misericordia del que tendré misericordia y seré clemente para con el que seré clemente" (Éxodo, 33, 19). No menos autocrática es esa fórmula, tan usada por los americanos como incomprensiblemente aceptada por los demás, de "Me reservo el derecho". ¿Qué puede significar "Me reservo el derecho de bombardear Irán"? No veo otra traducción posible que ésta: "Me arrogo la libre facultad de bombardear Irán si decido hacerlo". Otro ejemplo pintoresco de este que podríamos llamar "modo tautológico" lo recordaba yo de la obra de Friedrich Meinecke La idea de la razón de Estado en la historia moderna, que cita la de Pietro Andrea Canonhiero, Dell'introduzione alla politica, la ragion di stato, ecc., de 1604: la cuarta nota específica que para Canonhiero define la razón de Estado es ésta: "Que no se pueda alegar, para justificar lo actuado, otra razón más que la propia razón de Estado".
La prohibición de hablar, parlamentar, tratar, etcétera, con terroristas tiene, igualmente, el propósito de no contradecir la condición de "no-humano" que define el abismo escatológico entre las huestes del Bien y las del Mal. En un opúsculo sobre el campo de concentración de Mauthausen, con fotografías en blanco y negro tomadas por los nazis, mientras estaba todavía en activo, llamaba la atención la manifestación del abismo visualmente realizada en la diferencia del aspecto entre los guardianes y los prisioneros: de una parte los alemanes, bien alimentados, robustos, con sus uniformes "en perfecto estado de revista"; de la otra, los prisioneros, demacrados, cuando no esqueléticos, con sus pijamas blancos, como espectros de la condenación que recordaban las figuras de Brueghel el Viejo, empujadas hacia el túnel del infierno, en El triunfo de la muerte. Esta manifestación visible del abismo escatológico entre los guerreros del Bien y los representantes no-humanos o infrahumanos del Mal me la han recordado imágenes con la misma intención expresiva, con figuras vestidas con un mono de color butano, caminando torpemente y agachadas, quizá a causa de unos grillos que les unían tobillos y muñecas, y llevadas casi a rastras por dos soldados de uniforme, avanzando hacia otros cuatro que esperaban de frente, atravesados en el paso, con las piernas abiertas y las manos con los pulgares metidos tras el ancho cinturón, altos, de hombros muy anchos, rasurados y con los uniformes impolutos. De Mauthausen a Guantánamo, la intención y el procedimiento de materializar visualmente el abismo entre hombres y no-hombres no han cambiado.-"

1. "Nosotros somos América y nuestras acciones deben responder a la más elevada de las normas: la de los ideales declarados en documentos como la Declaración de Independencia y la Constitución". 2. El "universalismo", como el "derecho natural", son dos cosas que no pueden jamás ser concretadas, sino quedar en la condición de entes de razón, o mejor todavía, fantasmas del intelecto, porque, concretadas, se falsifican, se convierten en su contrario, se destruyen. 3. "Hay un peligro particular en una guerra en la que es Dios el que tiene el mando. ¿Y si Dios llegase a perder? Esto es impensable para los evangélicos".

Rafael Sánchez Ferlosio.