Si sólo pudieses acercarte,
venir a este sollozo que sufre y permanece.
Si sólo pudieses, desde lejos,
mirar este desierto,
esta calma sin manos, este cuerpo
yaciente, sin piernas, debatiéndose.
Si solamente pudieras oirme,
si acaso, sólo, pudieras oir cómo te amo
sin alas, sin agua, sin labios
cómo te amo, ¡sí, sólo cómo te amo!
Juan Eduardo Cirlot (1916-1973).
miércoles, 29 de septiembre de 2010
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