jueves, 27 de septiembre de 2012

ESCRITOR.

"El gran escritor es sucesor del príncipe del espíritu y corresponde en el mundo espiritual a los príncipes sustituidos por la gente rica; la consumación de este remplazo se ha conseguido en el mundo político. Así como el príncipe del espíritu pertenece al tiempo de los príncipes, el gran escritor pertenece al tiempo de los grandes espectáculos y al de los grandes almacenes. Es una forma peculiar de unión del espíritu con las grandes cosas. Lo menos que se puede pedir a un gran escritor es que posea un automóvil. Tiene que viajar mucho, ser recibido por ministros y dar conferencias; debe causar la impresión, ante los jefes de la opinión pública, de que representa una fuerza de conciencia digna de consideración; es el chargé d’affaires del espíritu nacional, es que merece la pena dar pruebas de humanidad en el extranjero; recibe, cuando está en casa, a notables personalidades y en toda ocasión debe estar atento a su negocio, el cual debe manejar con la flexibilidad de un artista circense cuyos esfuerzos no han de traslucirse. El gran escritor no es, ni mucho menos, lo mismo que un escritor de grandes ingresos. No es necesario que escriba “el libro más leído” del año o del mes; basta con que no tenga nada que objetar a este sistema de valoración. Se sienta a la mesa de toda presidencia, firma apelaciones, escribe todos los prólogos, pronuncia todos los discursos conmemorativos, expresa su opinión sobre todos los acontecimientos importantes y es llamado de todas partes donde se quieran mostrar los progresos del desarrollo. En efecto, el gran escritor nunca representa con sus actividades a una nación entera, sino únicamente a la parte del progreso, a ese gran núcleo en el que se concentra todo lo más selecto, y esto le hace vivir en una constante tensión espiritual." Robert Musil, El hombre sin atributos, Segunda parte, Capítulo 95.

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