lunes, 4 de febrero de 2008

EL MONOPOLIO DE LA IGLESIA.

He encontrado un escrito cristiano del siglo III, la Carta a Diogneto, que es un ejemplo de vivencia laica de los cristianos y cristianas en la sociedad. Dice así:

"V. 1. Los cristianos no se distinguen de los demás seres humanos ni por su tierra ni por su habla ni por sus costumbres.
2. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás.
3. Habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable, y, por confesión de todos, sorprendente.
4. Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña. [...]
6. Se casan como todos; como todos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen.
7. Ponen mesa común, pero no lecho. [...]
10. Obedecen a las leyes establecidas, pero con su vida sobrepasan las leyes".

Si el autor hubiera escrito la Carta hoy, en pleno debate sobre la nueva asignatura, es posible que hubiera añadido: "Los cristianos no estudian en colegios distintos de los demás ciudadanos, ni adaptan las clases de Educación para la Ciudadanía a sus idearios; van a los mismos colegios que el resto de los estudiantes; siguen los programas aprobados por las instituciones académicas y no hacen objeción de conciencia".

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