"Pavese y Gombrowicz -¡que sólo se llevaban cinco años!- fueron dos extraordinarios diariastas. En 1939 el polaco llegó a Argentina, tenía 36 años: «Nací en una familia un pelín superior a la nobleza. Me rodeó la delicadeza refinada, el epicureísmo, el sibaritismo y la pereza... En Buenos Aires vivía en un tugurio repleto de vagabundos... ¡Con qué pasión me sumergí en la inferioridad! De pronto me sentí joven física y moralmente. Gracias al gusto que paradójicamente me entró por lo decrépito atravesé victoriosamente la miseria». Pavese (cinco años más joven que Gombrowicz) también se adaptó a las circunstancias y reconoció: «A mi hermano le escribo cartas sarcástico paternalistas que hacen vomitar; a mis compañeros "de vuelta de todo" cartas ingenuo-lo-sé-todo lamentables; a las mujeres ciénagas de poesía decadente; a ti cartas místico-trágicas que me van al pelo y a Monti kilómetros folclóricos de vida activa... Y todo de buena fe». Pero Pavese, durante sus forzosos años de destierro en este mundo, trató de alcanzar «el arte de hacerse amar» y cuando comprendió que no lo conseguiría se dio jaque mate. Su obra..."
Fernando Arrabal, El Mundo, 31 de octubre de 1999.
sábado, 13 de junio de 2009
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