"Nuestro aislamiento era perfecto. No admitíamos visitantes [...]. Sólo vivíamos para nosotros.
[...] A las primeras luces del alba, cerrábamos las pesadas persianas de nuestra vieja casa y encendíamos un par de bujías que, fuertemente perfumadas, sólo lanzaban débiles y mortecinos rayos. Con ayuda de ellas ocupábamos nuestros espíritus en soñar, leyendo, escribiendo o conversando, hasta que el reloj nos advertía la llegada de la verdadera oscuridad."
Edgar Allan Poe (1809-1849).
jueves, 1 de septiembre de 2011
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