sábado, 15 de noviembre de 2008

FERLOSÍA.

"Quise hacer la tesina de licenciatura sobre Ferlosio (incluso hice un trabajo académico, muy escolar, sobre Alfanhuí), pero don Francisco Ynduráin, que era un profesor excelente, de los que enseñaban a leer, no quería "autores vivos" y me encomendó una tarea de hemeroteca. De modo que no hice tesina. Pero el libro de Ferlosio que me deslumbró fue Las semanas del jardín, que compré, por cierto, en Nostromo, en dos tomos, pensando que era una novela, porque alguien lo calificó de "extraño experimento narrativo". Seguí luego sus artículos en El País y me agradó sobremanera su explosión editorial de 1986. Fue poco después cuando escribí La razón narrativa de Ferlosio, uno de cuyos capítulos pretendía deshacer una de las leyendas que lo perseguían desde mediados de los cincuenta: el célebre silencio de Ferlosio. Ferlosio ha publicado después varios libros, pero todavía se habla de ese silencio, aunque restringido a la narrativa y a la añoranza de las guerras barcialeas. Creo que a Ferlosio le persiguen varias leyendas, o sonsonetes, que él no cultiva pero que tampoco se molesta en deshacer, porque tampoco le preocupan demasiado. Como el público tiene afición a las leyendas, las leyendas sobre Ferlosio proliferan y se expanden: su carácter, su indumentaria, etcétera. La de la sabiduría estéril es una de ellas y es la más peligrosa, porque permite rebatir sus bien trabadas argumentaciones con un simple y perezoso "¡cosas de Ferlosio!", como si fueran manías. Yo creo que Ferlosio es un sabio: sabe mucho y de muchas cosas y siempre escribe "sabiendo", pero no es, por utilizar una jerga que le desagrada, ni un profesional ni un gestor de la sabiduría. Siguiendo con la jerga al uso y a la moda: no quiere ni le interesa "poner en valor" su sabiduría. Tal vez ésa sea la verdadera señal del sabio."

Gonzalo Hidalgo Bayal.

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