martes, 25 de noviembre de 2008

LA MÁQUINA DEL TIEMPO.

La memoria, dice Walter Benjamin, no puede fijar el flujo del tiempo mi abarcar la infinita dimensión del espacio: se limita a crear cuadros escénicos, enterrar momentos privilegiados, disponer recuerdos e imágenes en una ordenación sintáctica que palabra a palabra configurará un libro. La infranqueable distancia del hecho a lo escrito, las leyes y exigencias del texto narrativo transmutarán insidiosamente fidelidad a lo real en ejercicio artístico, propósito de sinceridad en virtuosismo, rigor moral en estética. Ninguna posibilidad de escapar al dilema: reconstruir el pasado será siempre una forma segura de traicionarlo en cuanto se le dota de posterior coherencia, se le amaña en cansada continuidad argumental. Dejar la pluma e interrumpir el relato para menguar prudentemente los daños: el silencio, y sólo el silencio, mantendrá intacta una pura y estéril ilusión de verdad.

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