domingo, 2 de enero de 2011

POCAS SOLEDADES COMO LA DEL ASCENSOR Y SU ESPEJO.

"El cuarto estaba ya casi oscuro. En la pared apenas podía distinguirse la fotografía de Miguel Hernández en el frente, la mascarilla de Rilke, Trakl con su disparatado uniforme militar, el retrato de Machado, Guevara, medio desnudo, la cabeza caída hacia abajo, los ojos abiertos mirando a la humanidad, la Piedad de Miguel Ángel con el cuerpo de Cristo sobre el regazo de la Madre, su cabeza también caída hacia atrás."

Ernesto Sabato.

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