miércoles, 25 de junio de 2008

DELIBES SOBRE FERLOSIO.

-¿Qué supone para Miguel Delibes haber contribuido a que Rafael Sánchez Ferlosio, el «inmortal», como usted le define, retome su camino literario y regrese, en un eterno retorno nietzscheano, a la narrativa?
-Si las cosas son así me conmueven, demuestran que además de sus muchas virtudes, Ferlosio tiene una delicada sensibilidad. Me acordaré de Vergés -que tanto le admiraba también- cuando lea «Carta de provincias» y su dedicatoria. Me alegraré de haber tenido la fuerza que no tuvo nuestro editor para hacerle volver, siquiera por un día, a la narrativa. Si así fuera me sentiría enormemente feliz. También Carmiña se alegrará, allí donde esté.
-El relato, «Carta de provincias», está dedicado a Miguel Delibes. ¿Le emociona esa dedicatoria?
-¿Cómo no, si para mí es el mejor?
-Ferlosio será siempre Ferlosio. Es decir, un hombre que «haga lo que haga lo hará siempre a su aire», como usted ha escrito. ¿Qué destacaría del carácter humano y literario de Rafael Sánchez Ferlosio?
-Con su oído prodigioso, su personalidad. Humana y literariamente Rafael es un hombre distinto.
-Miguel Delibes es un hombre radicalmente humilde. ¿El escritor Delibes también lo es?
-No pretendo ser humilde. Si me esfuerzo en algo es en ser justo. Y Delibes, hombre y escritor, dentro de un baremo de méritos, considera que Sánchez Ferlosio es el primero.
-A pesar de los intereses enfrentados del mundo literario, usted siempre ha tratado con una extraordinaria generosidad, imparcialidad y buena voluntad a sus compañeros de viaje literario. ¿Ha recibido la misma generosidad?
-A veces. Otras no. Pero estas cosas no importan. No me sorprende una coz respondiendo a una caricia. Es un problema de orgullo y sensibilidad.
-¿Qué representa para la literatura española el regreso de Sánchez Ferlosio, aunque sólo sea a través del relato «Carta de provincias»?
-Un acontecimiento literario.
-¿Cómo animaría usted a Rafael Sánchez Ferlosio para que continuara escribiendo relatos o incluso novela en pleno siglo XXI?
-Es muy difícil. Josep Vergés y yo ya conspiramos para conseguirlo inútilmente. Únicamente me queda por decirle que una novela suya en este momento podría confirmar el puesto de número uno que yo le asigné a mitad de siglo. Por menos está Rulfo en la cumbre mejicana.
-Escribe usted que «Ferlosio, en cualquier circunstancia, se mostrará indiferente a las seducciones del tópico y la uniformidad». Sin embargo, hay muchos escritores que hacen del tópico su lugar común literario. ¿Cómo se debe huir del tópico?
-El escritor inteligente huye instintivamente del tópico. Es como el perro de caza ante las víboras: levanta la cabeza de golpe. Hay que hacerse a la idea de que Ferlosio es un escritor distinto.
-¿Cree que el arraigo, patente en sus propios libros, le ha ayudado a usted a crear con singularidad?
-No lo sé.
-¿Que consigue el escritor cuando, como dice usted de Ferlosio, «desdeña también la rutina y las convenciones sociales»?
-Diferenciarse, eso consigue. Ser un narrador original y distinto.
-¿Cómo entiende usted que un hombre tan bien dotado, con unas cualidades excepcionales para el menester literario como Rafael Sánchez Ferlosio, pudiera abandonar espontáneamente la partida literaria desde que alcanzó el premio Nadal con El Jarama?, aunque después haya tenido incursiones con algún relato y Testimonio de Yarfoz?
-A mí no se me alcanza. Yo tiré para adelante con lo que tenía y no me hice preguntas. Su mujer, Carmen Martín Gaite, una chica inteligente, hizo lo mismo. Ferlosio sin duda se sintió sobrado y eligió. Deshojó la margarita antes de proseguir.
-¿El verdadero talento, el auténtico genio encubre casi inevitablemente excentricidades?
-Sin duda. Aunque si son demasiado llamativas se nota el artificio.
-Ferlosio dijo que no le interesaba la novela porque lo consideraba un «quehacer poco serio». Pero usted, por encima de la gracia narrativa, de la capacidad fabuladora y de las dotes de observador de Ferlosio coloca su sentido del humor. ¿Considera que detrás de toda visión crítica hay una cierta ironía?, y hago extensiva esta pregunta a su propia literatura.
-El sentido del humor puede ser fino o grueso. Para crear no vale cualquiera. El grueso me repugna. El sentido del humor de Ferlosio es sutilísimo, quizá su cualidad más eficaz. La creación de tipos, los diálogos, el planteamiento de escenas son únicos, de una gracia narrativa sin par. Si detrás de todo el edificio no hubiera un rastro de ironía, la obra, para mí, se caería o perdería un cincuenta por ciento de su valor.
-¿La ternura es una de los aspectos que le confiere ese carácter, esa personalidad, a Ferlosio?
-¿Quién lo duda?
-¿El escritor, parafraseando a Herman Hesse, sigue siendo un «lobo estepario» solitario o necesita de los grupos generacionales para darse a conocer ante el público?
-Eso va con el creador. Los hay que anteponen la soledad al rebaño.
-Su obra, don Miguel, contiene una indiscutible e imprescindible valía moral, un clarísimo mensaje moral unido a una lectura estética. ¿En estos tiempos que corren, el sentido ético del ser humano ha tocado fondo?
-No sé si habrá tocado fondo pues lo veo perder decencia cada día. Lo único que puedo decir es que los niveles son muy bajos.
-¿Qué considera deseable o útil para mejorar ese nivel moral o crítico e incluso la educación?
-La educación, la educación, la educación. Incluso la educación del gusto. Tal vez esta sea la primera exigencia.

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