sábado, 31 de enero de 2009
ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO.
Entre el Cielo y el Infierno prefiero ir al Infierno: más que nada, por los amigos. Dudo que los reencontrara en el Cielo, que debe de ser un soberano aburrimiento. La situación en la que me hallo, alejado de Dios, resulta bastante acogedora. Se toma el aperitivo, nos reímos, follamos, se puede leer tumbado en la cama y escribir todo el día y toda la noche, y no hay que madrugar demasiado. Ojalá se convirtiera en definitiva. De niño, yo ya estaba con Huckleberry Finn en el capítulo 31, cuando decide desobedecer: “Tenía que decidir, para siempre, entre dos cosas, y lo sabía. Estudié el asunto un minuto, conteniendo la respiración, y luego me dije a mí mismo: ‘De acuerdo, entonces iré al infierno’”. ¿A que dan ganas de aplaudir? La felicidad a nuestro alcance siempre es así: una forma de insurrección.
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