sábado, 19 de abril de 2008

LA LEY MORAL.

"La máxima del amor propio (la prudencia) aconseja solamente; la ley de la moralidad obliga. [...] Aquel que ha perdido en el juego puede aflijirse por su imprudencia; pero el que tiene conciencia de haber engañado en el juego a su contrario (aunque haya ganado por este medio) debe menospreciarse, cuando se juzga bajo el punto de vista de la ley moral. Esta ley debe, pues, ser una cosa completamente distinta del pricipio de bienestar personal. Porque, para poder decirse a sí mismo: soy un miserable, aunque he llenado mi bolsa, es preciso otro criterio que para felicitarse o decirse: soy un hombre prudente, porque he aumentado mi caudal. Hay, en fin, algo aún en la idea de nuestra razón práctica que acompaña a la transgresión de una ley moral: el demérito."

Immanuel Kant (1724-1804).

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