La democracia inherente a la utopía de la igualdad, la necesidad de engañar a las masas haciéndoles creer que tienen o van a tener lo que no tienen, ni podrán tener, junto al snobismo en las clases dominadas, han determinado el hecho exclusivamente europeo de que los partidos políticos, comunistas, conservadores o progresistas, y los medios de comunicación, sean medularmente socialdemócratas, es decir, no sólo antiliberales, sino antidemócratas.
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