
Una mañana de 1967, Jorge Luis Borges estaba dando clase en la Facultad de Letras cuando de pronto irrumpió un muchacho en el aula; acababan de matar al Che Guevara, el ídolo de los jóvenes. No sin cierta brusquedad el joven anunció a Borges que una asamblea estudiantil había decidido rendirle un homenaje y que, por tanto, se interrumpían las clases. "Hagan el homenaje luego, falta media hora para terminar", contestó Borges. El estudiante, lleno de soberbia, le indicó: "Pues vamos a cortar la luz". A lo que Borges contestó: "Esperando este momento he tomado la precaución de quedarme ciego. Córtela." Por supuesto, se quedó en el aula, habló a oscuras y los alumnos, impresionados, no se movieron de sus sitios.
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