lunes, 19 de noviembre de 2007

GRAFOMANÍA.


"La anfetamina misma es, ya por sí sola, extemadamente querenciosa de la soledad. Cuando me encerraba no quería ver a nadie. Un verano -sería el del 59-, en que me quedé solo en Madrid, llegué incluso a arrancar el cable del teléfono. El resto del año, el sistema era así: me quedaba una media de 4 días con sus 4 noches en sesión continua de lecturas y escrituras gramaticales, con luz eléctrica también de día, como Monsieur Dupin, el de "El misterio de la calle Rôget" y "Los crímenes de la calle Morgue"; al fin caía redondo y me dormía durante 24 horas o más, salvo 1 o 2 despertares para comer y beber y con una maravillosa bajada de tensión. Después cogía a mi niña -que en el 60 cumplió los 4 años-, me pasaba con ella 4 o 5 días sin interrupción; íbamos a los parques y a visitar museos [...].
Nunca me lo he pasado mejor que aquellos 15 años -del 57 al 72- de gramática, casi exclusiva, y de mayor furor grafomaníaco." Rafael Sánchez Ferlosio.

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